Por Stephanie Amorocho
Alea siempre tan hermosa se encontraba observando las maravillosas banalidades de la tierra queriendo sentir la fuerza de la gravedad y vivir eso que él vivía aunque de ninguna forma lo comprendía.
Por primera vez él dejo de pensar. Sólo pudo observar y sentir su divinura, la textura suave y blanca de su piel, su larga caballera lisa y negra que caía sobre sus delgados hombros y el penetrante poder de su mirada.
—¿Tú danzas?— pregunto ella.
—No, sólo pienso— respondió él.
—¿Por qué piensas tanto?
—Para comprender.
—¿Qué quieres comprender?
—El problema de los hombres.
—¿Es muy complicado?
— Al punto de no tener solución.
—Entonces eres sólo un elfo perdiendo el tiempo.
El hada vuelve a su reino. Música celestial, bailes armoniosos alumbrados por la luz tenue del atardecer que las hacia brillar como oro.
Recordaba sus viajes escondidos a la tierra, verlo sentado en esa roca pensando todo el día, resolviendo los problemas de su mundo, tan contrario al de ella, tan imperfecto.
"¿Que podrá ser tan complicado?", se preguntó. Sintió frustración y no se resistió a pensar, decidió en comprender de fondo este asunto.
Por su parte el elfo se desinteresó de sus pensamientos, se dedicó a bailar, observar las flores que siempre había tenido al lado pero nunca había visto, a oler la fragancia de la naturaleza y a sentir su propio corazón.
Y en su siguiente encuentro, no pudieron estar más de acuerdo: Entre el mundo del más acá y del más allá sólo cabe aceptar la imperfección y disfrutar la felicidad para terminar la historia como un verdadero cuento de hadas.
Alea siempre tan hermosa se encontraba observando las maravillosas banalidades de la tierra queriendo sentir la fuerza de la gravedad y vivir eso que él vivía aunque de ninguna forma lo comprendía.
Por primera vez él dejo de pensar. Sólo pudo observar y sentir su divinura, la textura suave y blanca de su piel, su larga caballera lisa y negra que caía sobre sus delgados hombros y el penetrante poder de su mirada.
—¿Tú danzas?— pregunto ella.
—No, sólo pienso— respondió él.
—¿Por qué piensas tanto?
—Para comprender.
—¿Qué quieres comprender?
—El problema de los hombres.
—¿Es muy complicado?
— Al punto de no tener solución.
—Entonces eres sólo un elfo perdiendo el tiempo.
El hada vuelve a su reino. Música celestial, bailes armoniosos alumbrados por la luz tenue del atardecer que las hacia brillar como oro.
Recordaba sus viajes escondidos a la tierra, verlo sentado en esa roca pensando todo el día, resolviendo los problemas de su mundo, tan contrario al de ella, tan imperfecto.
"¿Que podrá ser tan complicado?", se preguntó. Sintió frustración y no se resistió a pensar, decidió en comprender de fondo este asunto.
Por su parte el elfo se desinteresó de sus pensamientos, se dedicó a bailar, observar las flores que siempre había tenido al lado pero nunca había visto, a oler la fragancia de la naturaleza y a sentir su propio corazón.
Y en su siguiente encuentro, no pudieron estar más de acuerdo: Entre el mundo del más acá y del más allá sólo cabe aceptar la imperfección y disfrutar la felicidad para terminar la historia como un verdadero cuento de hadas.
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