jueves, 7 de junio de 2012

Anunciados ganadores del concurso aniversario del Taller de Escritura Creativa





-[El tema del concurso fue el fin del calendario maya el 21 de diciembre del 2012]-

Caracas, junio de 2012. (De pauta).-  Se anunciaron los ganadores del concurso por el 3er aniversario del Taller de Escritura Creativa de Joaquín Pereira cuyo tema fueron las profecías y especulaciones sobre el “21 de diciembre del 2012”.

El ganador del primer premio, que se hace acreedor a un fin de semana para dos personas en la posada La Hacienda Vieja, en Galipán, Caracas, y 50% de descuento en uno de los niveles del Taller de Escritura Creativa, fue Rafael Baralt Lovera por su historia El fin del mundo de la Sra. Zoe.

El segundo lugar fue otorgado a Kodiak Agüero por su cuento 21/12/2012 y ganó una cámara fotográfica compacta y 25% de descuento en el Taller de Escritura Creativa.

En tercer lugar se encuentra la historia escrita por Jorge Ramírez, titulada 21 de diciembre de 2012. Recibe un ejemplar del libro ¿Y después qué?, escrito por Diana Cooper, y 10% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa.

Como premio extra se les entregará un libro del autor Paulo Coelho – El Zahir, Las Valkirias - a los participantes Manuel Hernández por su cuento Fin de mundo, y a Jacqueline Ferrero por historia La unidad.

Hubo cuatro menciones especiales con descuentos especiales en el Taller de Escritura Creativa:  La llegada de los lirios por Raymar A. Lara García, 21 de diciembre de 2012 por Adalberto Nieves, “… y colorín colorado, este mundo se ha acabado” por Gustavo Lobig M., Íntimo final por Cristhian Lesther.

La decisión fue tomada sumando el promedio ponderado de la votación emitida por los miembros del jurado: la licenciada en letras, abogada y fotógrafa,  Aglaia Berlutti, la investigadora social Martha Rosenthal, la periodista y editora Isabel Lessmann y el periodista Joaquín Pereira.  Gracias a Bubok.es se publicó el libro recopilatorio de las historias participantes en el concurso.
Joaquín Pereira es periodista graduado en la Universidad Central de Venezuela; ingeniero en computación por la Universidad Simón Bolívar; realizó estudios de postgrado en comunicación social por la Universidad Católica Andrés Bello; es locutor y se ha formado como fotógrafo documentalista en el Taller de Fotografía de Roberto Mata.

Taller presencial en la Casa Úslar Pietri
La Fundación Casa Úslar Pietri abre sus puertas nuevamente al Taller de Joaquín Pereira a partir del 7 de julio. Los interesados en inscribirse en el nivel 1.0 deben escribir a tallerdejoaquinpereira@gmail.com o llamar al 0416 3282721.

Desde el 2009 Pereira dicta con mucho éxito su Taller de Escritura Creativa presencial tanto en la Fundación Casa Úslar Pietri como en otras instituciones. También se realiza la versión a distancia del taller con alumnos tanto de América como Europa: http://tallerdejoaquinpereira.ning.com/

La Fundación Casa Úslar Pietri tiene su sede en Caracas, en la calle los Pinos de la urbanización La Florida, quinta 49, cerca de una parada de metrobus:

El Taller de Escritura Creativa busca generar en sus participantes hábitos que le servirán para crear textos cada vez más elaborados y atractivos. Se fomenta la creatividad y se tocan aspectos de redacción y ética.
Está dividido en tres niveles, en el 1.0 se aclaran dudas y se fijan los principales conceptos, el nivel 2.0 presenta pautas más exigentes y el nivel 3.0 sirve para elaborar un proyecto de mayor aliento.
FIN/JK

Deliberación de jurado en Concurso por 3er aniversario del TEC



Quienes suscriben, Aglaia Berlutti -licenciada en letras, abogada, fotógrafa-, Martha Rosenthal – especialista en fenómenos paranormales, dice ser contactada por extraterrestres-, Isabel Lessman – periodista y gerente editorial-, Joaquín Pereira – escritor, periodista y fotógrafo -, como miembros del jurado del concurso aniversario del Taller de Escritura Creativa, luego de haber analizado los cuentos recibidos, siendo una totalidad de 12 participantes y 15 historias, se deliberó en función del tema escogido para la ocasión – 21 de diciembre de 2012-, la originalidad de la creación y su redacción y se decidió premiar de la siguiente manera:

Premio general 1:
Todos los participantes ganan 50 Bs. de descuento en el taller por cada cuento entregado.

Premio general 2:
Se publicará un libro recopilatorio de los cuentos participantes por medio de http://www.bubok.es/. Además de mostrarlos en el blog http://concursotec.blogspot.com/

Menciones especiales:

En el proceso de pre selección de los cuentos ganadores se efectuó una primera escogencia - de donde se tomaron los tres afortunados para premios principales y los premios extras- quedando cuatro que estuvieron muy cerca por lo que se les premiará con una mención especial y un descuento de 100 Bs. en algún servicio del Taller de Escritura Creativa:

  1. La llegada de los lirios por Raymar A. Lara García.
  2. 21 de diciembre de 2012 por Adalberto Nieves.
  3. “… y colorín colorado, este mundo se ha acabado” por Gustavo Lobig M.
  4. Íntimo final por Cristhian Lesther.

Premio extra: Libros de Paulo Coelho.

El Zahir: Fin de mundo por Manuel A. Hernández G.

Las Valkirias: La unidad por Jacqueline Ferrero.


Premio 3: Libro 2012 ¿Y después qué? Por Diana Cooper + 10% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa online.
21 de diciembre de 2012 por Jorge Ramírez.

Premio 2: Cámara fotográfica compacta de Casio Exilim EX – Z16 + 25% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa online. 
21/12/2012 por Kodiak Agüero.

Premio 1: Fin de semana para dos personas (incluye hospedaje y desayuno) en la posada Hacienda Vieja en Galipán, El Ávila, Caracas + 50% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa online.
El fin del mundo de la Sra. Zoe por Rafael Baralt Lovera

Listado de escritores participantes
  1. Kodiak Agüero
  2. Cruz Antonio Ávila
  3. Rafael Baralt Lovera
  4. Lidia Coronado
  5. Jacqueline Ferrero
  6. Manuel A. Hernández Giuliani
  7. Raymar Lara García
  8. Cristhian Lesther
  9. Gustavo Lobig M.
  10. Adalberto Nieves
  11. Gonzalo Paredes
  12. Jorge Ramírez

Listado de cuentos participantes
1.      21/12/2012 por Kodiak Agüero.
2.      21 de diciembre por Cruz Antonio Ávila.
3.      El fin del mundo de la Sra. Zoe por Rafael Baralt Lovera.
4.      Cuenta una historia Por Lidia Coronado.
5.      La unidad por Jacqueline Ferrero.
6.      Fin de mundo por Manuel A. Hernández Giuliani.
7.      La fábula por Manuel A. Hernández Giuliani.
8.      La llegada de los lirios por Raymar Lara García.
9.      Íntimo final por Cristhian Lesther.
10.  …y colorín colorado, este mundo se ha acabado por Gustavo Lobig M.
11.  21 de diciembre de 2012 por Adalberto Nieves.
12.  Ajenjo y la Tierra por Gonzalo Paredes.
13.  Museo del apocalipsis por Gonzalo Paredes.
14.  Noche ígnea por Gonzalo Paredes.
15.  21 de diciembre de 2012 por Jorge Ramírez.

Atentamente,
Joaquín Pereira, Director  del Taller de Escritura Creativa
@Joaquin_Pereira - 0058 416 3282721 - http://tallerdejoaquinpereira.ning.com/

domingo, 27 de mayo de 2012

domingo, 6 de mayo de 2012

Ajenjo y la tierra



Por Gonzalo Paredes


- Desde el espacio sideral me acercaba rápidamente a ti. Hacía tres mil seiscientos años que en mi orbitar no entraba a tu sistema solar, sentía temor. La última vez que me acerqué, a quinientos mil kilómetros de ti, absorbiste de mi cola, por efecto de la fuerza gravitacional, grandes cantidades de escoria cósmica que causó enormes estragos sobre tu ecosistema -  dijo Ajenjo.

- Eso fue lo de menos, más grave fue el efecto que me provocaste: alteraciones en mi campo magnético, cambió el sentido de mi girar, hiciste desplazar mi eje y los polos cerca de cuarenta grados, llevando los trópicos boscosos hasta el Ártico. En Siberia donde habitaban los mamuts se heló en minutos toda chispa de vida; también se produjo un gran diluvio, terremotos continuos, erupciones de fuego, cambios de las aguas y sus cuencas, hundiendo continentes en el océano y surgimiento de nuevos territorios. Se ahogaron los atlantes. Fue una verdadera hecatombe -  contestó la Tierra.

- Acuérdate, a mi paso se perciben diferentes síntomas como ha ocurrido en los últimos años: cambios en el medio ambiente, epidemias, sismos, tsunamis, aceleración en tu vibración y alteraciones en las comunicaciones. Seguro los terrícolas ya están preocupados - comentó Ajenjo.

- Sí, hay mucha inquietud; unos científicos aseguran que el recalentamiento se ha producido a partir de la revolución industrial, por el descontrol y desconocimiento de los efectos de la utilización de combustibles fósiles, el C02 y los desechos químicos que contaminan la atmósfera y las aguas. Otros por el contrario sostienen que las teorías planteadas por antiguas civilizaciones como los egipcios, los sumerios y los mayas son más exactas; que tú, el desconocido planeta rojo, al entrar a nuestro sistema solar, por efecto de fuerzas electromagnéticas, producirás en el sol un nivel más alto de fusión nuclear encendiendo llamaradas más largas – explicó la Tierra-. Muchas predicciones han advertido a los humanos de todos los efectos que se van a producir. Lo importante es saber ¿cuándo será? 

- A la velocidad que yo viajo, sesenta y seis kilómetros por segundo, debo tener mi perigeo el día 21 de diciembre del año 2012. Me verán al norte de la Corona Boreal. Será el fin y el comienzo – aseveró Ajenjo -. La tierra se alineará ese día con el centro de la galaxia, recibirá un rayo sincronizador, será el nacimiento del Sexto Sol, el inicio de la nueva luz, del respeto y la armonía.

Museo del apocalipsis



Por Gonzalo Paredes


La nebulosa multicolor se veía desde lejos, flotaba en medio del espacio sideral y brillaba iluminada por su propia energía. Era el Museo del Apocalipsis. Viajamos a través de universos paralelos para visitar la era anterior, la de Piscis.

Al entrar, un cono de luz nos llevó a un campo de batalla; se oían cáligas, caballos, trompetas, elefantes, choques metálicos y gritos; entre el polvo avanzaba un águila dorada conquistando territorio, hacia Bretaña  y hasta la India, un imperio nuevo, el Romano. Dentro de sus fronteras se oía la voz de los profetas. Poncio Pilatos crucificaba a Jesús, que vino a redimir al hombre, a promulgar su doctrina de igualdad, amor al prójimo y de resurrección al mundo eterno.

Cinco siglos después el arcángel Gabriel llevaba el mismo mensaje en boca de Alá, al mundo árabe, a Mahoma, profeta que extendió la fe desde España hasta el río Indo.
Los imperios espirituales se infiltraron dentro de todo el mundo antiguo ante la reafirmación de un dios único con un paraíso eterno después de la muerte.

Burbujas recubiertas con cantos de juglares nos transportaron a colinas bordeadas de ríos; era la edad media, con ruido de mandarrias, de sierras y de ciencias, para edificar castillos, urbes y armas que protegiesen los feudos ante las invasiones de los hunos, los mongoles y los otomanos ansiosos de ampliar sus fronteras. La fe convertida en filosa espada zanja un abismo, la guerra santa en Jerusalén.

Naves zarpan en busca de mejorar las economías europeas, colonizan un nuevo mundo, América. Dejan una estela de sangre africana. Aniquilan dioses y culturas hasta que se oyen gritos de guerra para reconquistar la libertad arrebatada.

Una niebla ferrosa y cromada nos rodea con los chirridos de la revolución industrial; es el nacimiento de los avances tecnológicos del capitalismo; es una carrera frenética y sin conciencia contaminando las aguas y el medio ambiente desequilibrando al planeta. Es un materialismo anárquico. La fe y el amor al prójimo se difuminan en un eco cada vez más lejano y débil.

Una total oscuridad repentina y un tronar aterrador nos envuelve; un planeta ígneo se nos encima, nos sumerge en un cataclismo; era el 21/12/12. Se retuerce la tierra y detiene su girar: tres días de diluvios, oscuridad, ovnis, muerte y destrucción señalaron la senda de la resurrección prometida, del nuevo ser crístico integrado a la universalidad; luz viva de la verdad, de la nueva era, la de Acuario.

Noche ígnea



Por Gonzalo Paredes


Los ojos azules estaban abiertos hacia el convulsionado cielo; en sus iris tenían grabada la cruz lumínica; fue la última imagen que captó Eulogio antes de morir. Todo a su alrededor estaba pintado con las huellas rojizas de los últimos tres días funestos: cadáveres, ruinas y destrucción era lo que quedaba. La tierra se vistió en turbia devastación y sangraba ajenjo en sus aguas.

Eran diez para las doce de la noche del viernes 21; estábamos abstraídos escuchando música y tomando unos tragos cuando un estruendo envolvente estalló desde el cielo. Era el canto siniestro del apocalipsis; todos pensábamos que era el fin. Las paredes de la casa se dilataban como pulmones al respirar. Afuera un diluvio y una tenebrosa obscuridad abrazaron al mundo mientras todo era desconcierto. Por las ventanas se filtró un rayo rojo impregnándolo todo y cegándonos. El terror nos paralizó, no entendíamos lo que sucedía. El zumbar de ovnis rajaba el espacio dejando estallidos, clamor y muerte a su paso. Era aterrador, un caos inimaginable en efervescencia.

Afuera se veían pasar sombras, imágenes de seres gigantes exhalando gases persiguiendo a los humanos y aniquilándolos sin misericordia. Eran seres de un mundo paralelo destructivo que nos venían a invadir y exterminar.

Ahmed, Zulay, Alexandra, Sara y Eulogio se fueron después de esas ocho horas interminables que duró el cataclismo, a pesar que les dijimos "no se vayan ahora, los alienígenas están cazando humanos, tenemos alimentos e iluminación suficientes para varios días, y aquí en esta edificación estaremos muy  seguros. Debemos rezar con fe el rosario hasta que todo pase".

Abraham se rio y nos dijo "las profecías que circulan son puras mentiras, todo es una casualidad, no crean en esas tonterías, y no tengan miedo de salir. Las sombras son de soldados que llegaron para socorrer y evitar saqueos. Si se quedan encerrados aquí seguro morirán; hay que irse ya".

Al final del hecatombe salimos; nuestros amigos estaban frente a la casa, muertos y petrificados. Avanzaron tan solo unos metros. Los Anunnakis volvieron después de 3600 años para poner orden al caos: contaminación, guerras, inconsciencia y materialismo salvaje. Esto no fue lo planificado para nuestra raza; nos desorientamos, no fuimos capaces, había que depurarnos.

El zumbido de la luz se oía envolviéndolo todo, era el tañido de la nueva era profetizada: de la elevación, de la fraternidad, la armonía y la verdad.


A lo lejos las naves apocalípticas se fundieron al infinito para más nunca volver.

viernes, 4 de mayo de 2012

La unidad



Por Jacqueline Ferrero


Apenas hace unos días estaban sentados los tres en el centro del universo. Con su presencia formaban un triángulo equilátero; el lugar olía a compasión y cielo. Afuera, el resto del mundo seguía embebido en sus pensamientos, esculpiendo un futuro incierto, imaginando enmiendas para un pasado ultrajado y observando a un presente que no daba elección. Se preparaban para romper las cadenas que controlan la conciencia, haciendo “una” su creencia y su fe. A partir de ahí se abrirán las puertas que enjaularon al hombre en si mismo, borrando del alma las estériles huellas de tiempos pasados.

Más tarde, en el ocaso del día, reinará la desnudez como en el origen de la humanidad y tal libertad dejará sin piel al libre albedrío; esto permitirá apartar a aquellos que saben la diferencia entre el bien y el mal, de los que siguen sumergidos en su interna confusión albergando al ego como protagonista de su ávido placer.

El padre extendió sus manos hacia adelante diciendo “Volverá a reinar el amor como única verdad y todo ser estará conectado a la unidad. Pocos quedarán para reconstruir la nueva era y poner en práctica la impronta de la conciencia universal; el resto vendrá a mí para purificar su alma de los miopes y atávicos siglos de miedo y desidia”.

El hijo alargó sus brazos y dijo “Hoy se moverá la tierra para una nueva cosecha, donde seremos hermanos en unidad con la vida y el conocimiento absoluto. El hombre siempre tuvo la libertad de escoger, de elegir entre ser y no serle fiel a la certeza que nació dentro él, atento o sordo a la voz que clama en su interior y llegó la hora de verse en el espejo de dicha verdad, llegó el momento de dar por bien lo recibido, amar sin condición a la tierra, la vida y al creador, siendo uno y todos a la vez”.

Por último habló la madre y dijo “Tomaré de la mano cada corazón renacido y emprenderé sin memoria el nuevo camino, fiel al proceso de reconstrucción donde la unidad y su luz sea lo único que habite. Natura, espacio y contenido brotarán de mi vientre para llenar los vacíos y regaré de amor la virgen orbe que hoy comienza”. Cerró los ojos y extendió sus manos sobre las otras formando una estrella de tres puntas; de esta creció un resplandor blanco que colmó la nada, quedando sólo luz y oquedad.

Renació el día y la noche, el viento, la tierra, las aguas y los verdes bosques, la fauna libre, el cantar de las aves y los luceros, pasaron los siete días y sus noches, viajando a través del proceso inverso a la destrucción. Al final del séptimo día se dio por concluida la obra creadora: el cielo, la tierra y el nuevo habitante, habían renacido:     28.12.2012.

sábado, 28 de abril de 2012

21 de diciembre del 2012



Por Jorge Ramírez


El señor Theo no pudo dormir salvo por momentáneas pérdidas de conciencia. Estrujó sus ojos y observó el libro sobre la mesa de noche. Se asomó a la ventana justo al dejar la cama, y al mirar levantó cejas. Luego tomó café, probó pan y algo dulce para el final. Pasó una hora, y otras, antes que decidiera qué vestir ese día. Se hizo a la calle cuando pensó que se acercaba el fin. Avanzó con paso suave y al doblar la esquina que da a la avenida de los teatros se detuvo al ver ondear la sotana de un hombre que junto a los demás corría de un lado a otro. Si he de morir lo haré con dignidad, caviló. Pero el caos lo obligó a seguir, así que caminó unas cuantas cuadras esquivando pisotones hasta que vio a lo lejos un parque que presumía de tranquilo y decidió acercarse.

Al llegar se secó el sudor con un pañuelo, ajustó su corbata y miró al cielo pensando en el libro que había dejado sobre la mesa de noche. Señor, se los limpio, se escuchó. El hombre bajó la mirada hasta ver a un chico al que le colgaba un paño en un hombro y sostenía un cajón. El muchacho miró sus zapatos. Están sucios, dijo, y le señaló un banco con el brazo. El hombre hizo caso y tomó asiento ¿Qué edad tienes?, preguntó. No lo sé, pero en poco tiempo podré trabajar paseando perros. ¿Y sabes qué fecha es hoy?, inquirió el hombre. No, pero igual es un día de trabajo, dijo, y se dispuso a echar betún a un zapato ¿Acaso no has visto la gente desesperada, no estás enterado?, insistió. Sí, claro que estoy enterado, por eso vine al parque. Es una obra más de las que le dicen “teatro de calle”. Yo en un día normal trabajo en la avenida de los teatros y sé de esos espectáculos. 
No entiendo muchacho, ¿de qué hablas? De la obra, de eso hablo. Mire, aunque no sé leer, veo la tele en el negocio de Toño, el gallego. Y siempre andan hadan hablando de la llegada del 21 de diciembre. El otro día Toño me salió con eso de que todo cambiaría, como si yo fuese un niño tonto. Me vino con el cuento que el mundo se hará pedazos, y de unos tales mayas, y que el fin está cerca. Como si yo no supiera que se trata de una obra de calle. Hay que ser bobo para pensar que si el mundo se acabara lo iban a anunciar en la tele y en los libros, no le parece. El hombre asintió y dijo: y qué más muchacho. El joven se sacó el paño del hombro y comenzó a pulir.

Hay algo, sé que usted es uno de los actores. Me di cuenta al verlo vestido así en medio de este sol de Buenos Aires, por eso supe que es uno de ellos. El hombre estrujó su cara con las manos, se puso en pie y dejó sobre el banco su saco, la corbata y le dio al niño el dinero que llevaba en la cartera. Ya no, no seré más un tonto actor, dijo. Luego regresó a su casa, tomó el libro de la mesa de noche y lo echó al cesto, se metió a la cama y durmió hasta la mañana siguiente. Cuando se asomó a la ventana y al ver que nada había cambiado sonrió.

Íntimo final



Por Cristhian Lesther



Conciliar el sueño aquella noche no fue un inconveniente. Un cansancio poco habitual, injustificado, destronó con rapidez mis párpados. Recuerdo que al despertar un ruido exasperante llamó mi atención, de ritmo tenaz, como de avispón prisionero queriendo abrir un boquete en la puerta del guardarropa. Un despertador intruso ofrecía fecha y hora en caracteres fosforescentes, escandalosos en medio de la supuesta paz nocturna: 21 de diciembre de 2012, 12:01 am. El ruido insistía. Me sentí excitado por un terror casi infantil y fue ese el comienzo de aquella otra sensación de destiempo, de espiral infinita en la que fechas y memorias se licuaban en un remolino espeso de irrealidad.

Al deslizar la puerta, un carro de juguete avanzó presuroso, oxidado y maltrecho, con las luces delanteras encendidas y el ronquido de su motor imposible. Supe que peregrinaba desde los abismos de una infancia desmantelada por tiempos miserables. De inmediato adiviné la absoluta falsedad de aquellas ilusiones: obviamente, soñaba -sólo en pesadillas resucitan con tanta nitidez algunos objetos asesinados por el tiempo- y, en medio de la extrañeza onírica, confié en mis viejos métodos para volver a la superficie. Bastaba con cerrar los ojos y chasquear los dedos al unísono. Siempre había funcionado y quise que aquella no fuera la excepción. Al abrir los ojos en un segundo despertar constaté que todo estaba en orden -aunque el remolino continuaba agitándose en mí- y quise apagar los residuos de espanto con el tufo de un cigarrillo.

Pero al salir de mi habitación el juguete alocado, otra vez, daba vueltas en medio de un salón ignoto. De la sombra brotó un pie que detuvo al pequeño automóvil. Yo seguía inmerso en la ficción de mí mismo y quise huir no sin antes procurar el rostro de aquella sombra que sentí tan infame: rostro sin rostro, sólo unos labios que dejaron en fuga una risa como un deslave insolente, y un pie deforme que se hundía en el pequeño artefacto. Cuando yo mismo sentí la presión que me estrechaba el cuerpo, otra vez el chasquido me sacó del agobio. Y entonces otra resurrección hacia abajo que ya no iba a engañarme: vi aguas de niñez contaminadas de ausencia, cementerios con tumbas sin nombre, madres estridentes de cuyo vientre yo emergía, enemigos dibujados por mi naturaleza de hastío. Despertar era descender; quizás fue mi forma particular de morir aquella noche, cuando el mundo real -o el falso, quizás- poco a poco me fue pareciendo una ficción, una travesura. La energía vital terminaría siendo esta voz que, de llegar a alguien en quién sabe cuál dimensión, quizás sirva para traerlo a mi lado.

lunes, 9 de abril de 2012

21 de Diciembre 2012

Por Adalberto Nieves 


Mi angustia no parecía ser menor que la de todo el mundo a mi alrededor. Pasaban las horas y faltaba poco para el amanecer de ese fatídico día para el que desde hace algunos años se anunciaban calamidades y un inevitable fin de mundo, de acuerdo a las interpretaciones de profecías y el viejo calendario Maya. 
No podía controlar un impulso muy ajeno a mi temperamento que me hacía ver una muerte por envenenamiento con gases como la mejor manera de morir anticipadamente porque no quería ser testigo de una destrucción masiva de todo y de todos. 

Busqué desesperadamente aquel cilindro metálico, que había preparado con una mezcla de tóxicos gases, producto de mis experimentos personales en el laboratorio donde trabajaba. Lo había guardado en algún lugar, pero ahora con la tribulación del momento no recordaba con certeza dónde estaba. 


Después de registrar por todo el apartamento, al fin encontré el aparentemente inofensivo recipiente. Dije algunas oraciones, sin estar seguro que pudieran tener algún significado y valor ante un inminente fin, pero puse todo mi fervor en decir mentalmente aquellas palabras que en otras épocas me acercaban a un Dios que siempre imaginé como un ser amable. 

Me acosté en la cama fría aun desordenada de la noche anterior; encendí la televisión esperando ver alguna imagen de lo que ocurría a esa hora, pero la programación era la misma tediosa de todos los días. La sensación era de normalidad en el recuadro luminoso del aparato. 

Decidido en un último impulso tomé la mascarilla conectada el cilindro de gases y la coloque sobre mi boca y nariz, abrí la válvula que dejó escapar lentamente el gas de olor dulce como almendras y mientras fluía hasta mis pulmones sentí como entraba en una soñolencia que poco a poco me hacía escapar de la realidad mientras pensaba que ese era mi fin, que mi vida hasta entonces plácida no tendría ya continuación.


Desperté de golpe, con el ruido de una alarma que sonaba cerca de mi ventana. Abrí los ojos y sentí como sudaba copiosamente. Miré a todos lados para terminar reconociendo las paredes de mi cuarto. Una tenue luz entraba por la ventana. Vi el reloj sobre la mesa al lado de mi cama; marcaba las 6:45 am. Se leía también la fecha: Dic 22  2012. Mi boca dibujó una nerviosa sonrisa al recordar la pesadilla de la que acababa de despertar. 

jueves, 5 de abril de 2012

Cuenta una historia



Por Lidia Coronado


En una pantalla gigante se despliega una imagen del calendario Maya, se puede leer:

¡Lleve su calendario Maya!
¡Lleve su calendario!
No pierda la oportunidad de participar en el fin del mundo.
Este  21 de Diciembre ¡Usted, sí usted, no puede ser el único que no tenga su calendario!
¡No habrá otra oportunidad, según los Mayas, no habrá otra ¡
Hoy 2 por el precio de 1.

Estaba muy confundido, miraba a todas partes y veía gente que caminaba muy rápido. Hombres con maletines, mujeres  con sus hijos tomados de las manos parecen no saber a dónde ir.

Bajó en Trafalgar Square. En una gran marquesina se podía ver un gran medallón que  recordaba haber visto en otra parte, posiblemente en un libro de historia o una revista, en letras doradas se podía leer: “Coca Cola te invita al fin del mundo”. “Coca Cola tu último recuerdo”, esta frase escrita en diferentes idiomas.

Pensó en un gran espectáculo, Londres es así, como Nueva York, todo lo celebran a lo grande, seguro que es una nueva película, o un gran musical. Que despliegue. ¡Eso no pasa en Luxemburgo! Sonrió dejándose llevar por sus pensamientos hasta su casa, donde todo es más tranquilo, más lento.

En ese momento un hombre que parecía una especie de sacerdote con un folleto en la mano se le acercó y le dijo: ¿Está usted preparado? ¿Ya realizó su última confesión? El juicio final está cerca, ¡el 21 de diciembre!, no hay tiempo que perder. No lo deje pasar. La iglesia de los santos de los últimos minutos, le ofrece por una módica suma, un alma purificada y una entrada segura al cielo, un puesto en balcón central al lado de Dios padre.

Se detuvo por un segundo, tomó el folleto y le dijo en un inglés con un fuerte acento alemán: no hablo bien inglés, en este momento voy rumbo al Metro para ir a aeropuerto,  no estaré en la ciudad para la fecha. El sacerdote le hizo la señal de la cruz mientras lo veía alejarse por una de las entradas del subterráneo.

Sobre los edificios ya se veía un cielo muy rojo y una  ola de dimensiones indescriptibles entraba por las calles de la ciudad, según lo cuentan algunos registros encontrados en piedras y documentos, bastante bien conservados, en una cueva bajo las aguas en el mar del norte en lo que llamaban Europa por allá entre 2012 y  2021.

21 de Diciembre



Por Cruz Antonio Ávila


Un hombre se encuentra sentado en el comedor. Sobre la mesa descansan sus brazos. En su mano derecha un lápiz de grafito es sostenido con firmeza por los dedos índice, medio y pulgar. Su respiración es tranquila pero profunda. Su mirada permite apreciar el marrón pardo de sus ojos que apenas se pierde con el breve parpadeo de sus pestañas.
En esa mesa hay varios objetos: unas hojas blancas tamaño carta, un sacapuntas con depósito, un borrador blanco y rectangular, un reloj blanco y cuadrado de grandes números negros y de manecillas del mismo color. Más  allá divisamos un calendario de escritorio. Ha anochecido y son las ocho en punto. El pequeño calendario indica una fecha: 21 de Diciembre.

Nos sentamos frente a él. Es un hombre sereno y de expresión afable, poco dado a estar presente en conversaciones donde se hable de otros, es cortés  y solícito ante quien pide ayuda, un consejo  o una plegaria si se precisa.

Aún no sabe cómo empezar a escribir. Piensa mucho y su mirada se pierde por momentos en el ambiente donde se encuentra. Los pensamientos se pasean frenéticos por su mente buscando un punto de arranque. Por un instante sus pensamientos se detienen. Ha vuelto al pasado. Los amores de antaño reaparecen. Los besos, los abrazos, los gestos, los detalles y sus noches llenas de pasión, cobran un renovado esplendor reflejados de forma inmediata en sus ojos y cual ventanas vítreas se asoman contenidas su emoción y el aliento  de un cercano beso robado.

De golpe, y con la visión del presente, cae en cuenta cuan poco amó y cuanta responsabilidad tuvo en él. Lamentó por un momento  su poca visión y  se culpó por ello, pero la madurez de los años ganados, en un gesto de nobleza evitó que este sentimiento le invadiera, perdonó a la juventud  todos sus errores.

También esta presencia le hace comprender que se ama de la mejor manera posible y con los recursos que están disponibles y así, de igual manera y con las mismas ganas ama el otro. Él es la suma replanteada de sus amores, de sus detalles, de sus días, de sus noches, de sus aciertos, desaciertos  y temores.

El amor, como lo percibe ahora, independientemente de su cualidad y cuantía supera en mucho lo vivido o sentido, es más que un sentimiento y es una gran corriente que nos alcanza y transforma. Ciertamente una percepción enriquecida se ha presentado ante él.
En esa lucidez, donde nada queda escondido o velado, entiende inútil y absurda la convivencia con el pasado y atar a su vida a esos amores que ya no están. Los amores viejos y los recuerdos permanecen allí porque lo sostiene artificialmente la añoranza, los alimenta la vana ilusión de un regreso y como un ancla la melancolía lo obliga a quedarse  allí en su compañía.

Él se pregunta, ¿han estado siempre allí? o, ¿siempre han sido dos sendas distantes?

El viejo amor, otrora floreciente, cae desvanecido ante esta realidad meridiana transformándose de repente en retazos mustios y descoloridos. A decir verdad, siempre estuvo solo y así lo entiende. Visiblemente conmovido comprende que debe dejarlos ir. Vano es retenerlos.

Ante un postigo cerrado, poco a poco se abre otro frente a sí. En ella reaparecen sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajos, sus valores, aficiones y satisfacciones profesionales. La barca endereza su rumbo y por ejercicio constante de su voluntad y el sosiego cada vez presente, marcan como una brújula un nuevo norte y el  horizonte que habrá de seguir de ahora en adelante. Esa noche, descubrió muchas cosas  y agradeció vehemente ese presente.

Al volver en sí se percató que las hojas blancas nunca se usaron, el lápiz tampoco dejó su impronta en el papel. Volvía de un larguísimo viaje y venía ligero de carga. Muy feliz se levantó de la mesa, preparó una cena muy ligera y acondicionó el cuarto.

Finalmente, en su habitación, una reflexión quedaba de esa noche: él no sabe si se enamorará nuevamente, si el amor se cruzará en su camino, de lo que sí está seguro es que tiene muchas herramientas para vivir  a plenitud, más compromiso y una ilimitada capacidad para amar y dejarse amar si el amor le brinda una nueva oportunidad o le alcanza.