Por Verónica Esparza
"Desde que me mudé a París soy feliz. Bastián y yo nos llevamos realmente bien. A veces me da nostalgia haber dejado Venezuela, pero no puedo vivir sin él, yo siento que...", Aglaia cerró de golpe su cuaderno y sonrió.
- ¡Tú siempre llegando antes de tiempo amore mío!- dijo. Estaban en una cafetería en Champs Elysées, donde solían encontrarse después de sus trabajos.
-Oye Agla, ¿Te has dado cuenta de que el logo de Starbucks es una sirena?
-¿Una sirena? Chanfles. Tengo cuatro meses viniendo a diario y no había caído en cuenta. Pero... ¿qué tiene que ver una sirena con café, té y galletas?- dijo Aglaia de una manera risueña y curiosa.
-Cuenta la historia de Starbucks que uno de sus tres sueños amaba leer Moby Dick y quería llamar el sitio como el barco: Pequod, pero en ingles pee significa "pis". Buscando y buscando, le gustó a todos el nombre de un timonero que acompañaba al capitán Ahab: Starbuck.
-Pero en Moby Dick no hay sirenas, Bastian -interrumpió Aglaia.
- No te quejes, que si te cuento sólo lo de la sirena, después me preguntas "¿y por qué se llama Starbucks?"- ambos comenzaron a reír.
-No entiendes el por qué tiene que ver porque cuando estudiaste filosofía te metiste un... ¿puñal es que dices tú?...
- ¡Jajaja, mi Basti ya habla venezolano! - rió Aglaia.
-Eso, un puñal de los griegos, y crees que las únicas sirenas que existen cantan hermoso y son mitad mujer-mitad ave. Te sabes todos los cuentos de los marineros que eran llevados por sus voces melodiosas hasta aquella isla, ¿cómo era que se llamaba?
- Sirenum Scopuli - contestó ella.
-¿Ves que te sabes esa historia?.
-Pero no, Mon chère -continuó Bastian-. Cuentan las leyendas del café que una sirena viajó a Etiopía y atrajo a unas cabras a comerse los frutos de un arbusto. Al comerlo las cabras comenzaron a bailar y brincar muy enérgicamente. Su dueño, un pastor llamado Kaldi, decidió probar la fruta roja. Se sintió muy animado y revitalizado, por lo que le llevó el café a un santo quien sintiendo el poder de la sirena los lanzó al fuego. Esto liberó el aroma maravilloso del grano y así el café se dio a conocer. Cuentan también que, después de eso, los contrabandistas llevaron café por todo el mundo con la sirena de guía.
- Bastián, estás inventando. Na guará, ¿qué va a saber la gente que viene a Starbucks eso? Me parece que nadie sabrá la relación nunca.
- Bueno, ahora tú lo sabes: La sirena atrae a la gente a consumir café.
"Hoy aprendí algo nuevo. Resulta que ahora existe la mitología urbana y mi novio es su principal evangelizador", escribió Aglaia más tarde en su mural de Facebook.
"Desde que me mudé a París soy feliz. Bastián y yo nos llevamos realmente bien. A veces me da nostalgia haber dejado Venezuela, pero no puedo vivir sin él, yo siento que...", Aglaia cerró de golpe su cuaderno y sonrió.
- ¡Tú siempre llegando antes de tiempo amore mío!- dijo. Estaban en una cafetería en Champs Elysées, donde solían encontrarse después de sus trabajos.
-Oye Agla, ¿Te has dado cuenta de que el logo de Starbucks es una sirena?
-¿Una sirena? Chanfles. Tengo cuatro meses viniendo a diario y no había caído en cuenta. Pero... ¿qué tiene que ver una sirena con café, té y galletas?- dijo Aglaia de una manera risueña y curiosa.
-Cuenta la historia de Starbucks que uno de sus tres sueños amaba leer Moby Dick y quería llamar el sitio como el barco: Pequod, pero en ingles pee significa "pis". Buscando y buscando, le gustó a todos el nombre de un timonero que acompañaba al capitán Ahab: Starbuck.
-Pero en Moby Dick no hay sirenas, Bastian -interrumpió Aglaia.
- No te quejes, que si te cuento sólo lo de la sirena, después me preguntas "¿y por qué se llama Starbucks?"- ambos comenzaron a reír.
-No entiendes el por qué tiene que ver porque cuando estudiaste filosofía te metiste un... ¿puñal es que dices tú?...
- ¡Jajaja, mi Basti ya habla venezolano! - rió Aglaia.
-Eso, un puñal de los griegos, y crees que las únicas sirenas que existen cantan hermoso y son mitad mujer-mitad ave. Te sabes todos los cuentos de los marineros que eran llevados por sus voces melodiosas hasta aquella isla, ¿cómo era que se llamaba?
- Sirenum Scopuli - contestó ella.
-¿Ves que te sabes esa historia?.
-Pero no, Mon chère -continuó Bastian-. Cuentan las leyendas del café que una sirena viajó a Etiopía y atrajo a unas cabras a comerse los frutos de un arbusto. Al comerlo las cabras comenzaron a bailar y brincar muy enérgicamente. Su dueño, un pastor llamado Kaldi, decidió probar la fruta roja. Se sintió muy animado y revitalizado, por lo que le llevó el café a un santo quien sintiendo el poder de la sirena los lanzó al fuego. Esto liberó el aroma maravilloso del grano y así el café se dio a conocer. Cuentan también que, después de eso, los contrabandistas llevaron café por todo el mundo con la sirena de guía.
- Bastián, estás inventando. Na guará, ¿qué va a saber la gente que viene a Starbucks eso? Me parece que nadie sabrá la relación nunca.
- Bueno, ahora tú lo sabes: La sirena atrae a la gente a consumir café.
"Hoy aprendí algo nuevo. Resulta que ahora existe la mitología urbana y mi novio es su principal evangelizador", escribió Aglaia más tarde en su mural de Facebook.
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