Por Gabriela Toro
Isxtrax es un mundo mágico que se encuentra entre el cielo y la tierra, basta sólo con pasar las grandes puertas cubiertas con enredaderas para apreciar su gran vegetación y flores exóticas desconocidas para cualquier ser no mágico. Al avanzar por un camino de piedras puedes escuchar ruidos extraños que en realidad son parte de diversas aves y animales legendarios y lo más sorprendente son sus cascadas cristalinas que parecen no tener ni principio ni fin.
En Isxtrax viven los elfos de luz y los oscuros; los primeros disfrutan del hermoso paisaje, viven rodeados de la naturaleza mágica y festejan cada día el poder de la luz, mientras que los oscuros viven en cuevas subterráneas esperando la noche para atacar a quienes un día decidieron desterrarlos. Lo que inició una guerra de siglos fue el poder de revivir a los muertos, los oscuros querían adueñarse de todo lo que existía en Isxtrax y por eso los elfos de luz decidieron aliarse con otros seres de magia, desde entonces todos deben estar alerta para evitar la llegada de quienes quieren hacerles daño.
Sin embargo, en medio de las cuevas subterráneas se encuentra Gritrhis, hija del líder oscuro Astrovuxtri, él inició la guerra y juro mantenerla hasta acabar a “los malditos elfos de luz” o hasta el día de su muerte.
Gritrhis será quién lo sustituya en su lucha, por eso la ha educado para odiar a los otros: “Debes odiar a esos repugnantes, ellos son tus enemigos, cuando yo muera te destruirán. No permitas que sigamos en las sombras, ¡el poder debe ser nuestro!”, le dijo en medio de una discusión. Ella callaba, no debía llevarle la contraria, no por ser su padre, sino por ser el líder de los oscuros.
Astrovuxtri estaba muy enfermo y decidió que la batalla debía librarse antes de su muerte, mandó a preparar a todos los guerreros y le dio instrucciones claras a su hija: “No regreses hasta que hayas eliminado al último de los despreciables”.
Los oscuros salieron cuando la luna esta en lo alto del cielo, estaban armados con arcos, flechas, espadas; todo aquello que pudiera serviles para cumplir su misión.Mientras tanto los elfos de luz dormían placidamente, pero en una de las grandes torres estaba el Rey Galetahuxj mirando la noche dentro de su hermosa belleza.
El rey de los Elfos de luz se preguntaba cómo podría ser tan hermosa la noche: “La oscuridad parece no ser tan mala, tiene su propia belleza, al parecer siempre hay luz en alguna parte”, dijo refiriéndose a la luna.
De pronto observó que las sombras se movían, la luna aclaraba un poco la noche. Galetahuxj tomó en seguida su espada y fue corriendo a lo alto de la torre para avisar al vigilante que tocara el gran cuerno de unicornio y así avisar a toda la población.
Cuando se toca el gran cuerno no hay sonido alguno, pero cada elfo debe tener consigo un collar que comienza a iluminar como si se tratara de un gran foco; a los segundos todos estaban alertas. Galetahuxj se encontraba con todos sus soldados a los pies del castillo, como tantas veces habían acordado.
En minutos lo único que se escuchaba eran los gritos de los guerreros, los sonidos de sus armas y los llantos de las elfas que se habían ocultado en sus casas para proteger a los más pequeños. Peleaban con pasión, ambos lados queriendo defender lo que tanto les había costado. Iban cayendo uno a uno, elfos de luz y oscuros, decidieron luchar a costa de su vida.
Sin más Gritrhis se aproximó al rey de los elfos de luz, se fue directamente a él con ganas de partirlo por la mitad, por su culpa nunca tuvo una familia, nunca pudo disfrutar la belleza que había en la superficie, por él su padre la endureció, nunca recibió amor. Galetahuxj se dio cuenta que aquella joven se aproximaba y la combatió, ambos peleaban para matar.
Gritrhis abrió los ojos con furia para atacar a Galetahuxj. Sintió como la espada lo atravesaba, como perforaba su piel y pasaba por todo su cuerpo, el corazón le latía fuertemente. ¡Al fin había matado a ese bastardo! Seguramente su padre estaría feliz y así podría darle un poco de amor. Miró a Galetahuxj, la miraba con compasión, su mirada reflejaba alegría y dolor. Ahora que lo pensaba atacarlo con su espada no fue nada difícil.
- Al fin te encontré hija – Dijo Galatahuxj en un suspiro.
- ¿De qué hablas asqueroso?
- Soy tu padre, tienes los mismos ojos de mi reina, tienes que ser tú.
- ¡Yo tengo un padre, el Rey de los oscuros!
- Ese es mi hermano. Cuando naciste mató a tu madre y te alejó de mí, nunca nos pudo perdonar que nos enamoráramos. Hija este es tu lugar.
Murió en brazos de Gritrhis, su hija, esa que le habían arrebatado a los pocos días de nacida.
Gritrhis gritó con todas sus fuerzas y los guerreros dejaron de pelear. Los oscuros al darse cuenta de que había caído el rey de los elfos de luz vitoreaban.
“¡Basta! El es mi padre, no hay nada que celebrar, vivimos engañados en la oscuridad porque Astrovuxtri no pudo soportar que no lo amaran”.
Gritrhis regresó a la oscuridad de las cuevas subterráneas para acabar con quien le había hecho tanto daño, debía vengarse, pero al llegar sólo estaba el cuerpo muerto de Astrovuxtri aún con el rostro endurecido.
Desde ese momento los elfos comenzaron a ser uno, ya no había distinción entre blancos y oscuros. Todos se reunieron en la plazoleta del castillo para el funeral de surey, Galatahuxj. Su hija lloraba por nunca haber podido estar con él, le tocó el pecho y cerró los ojos para darle una larga despedida. De pronto sus manos comenzaron a brillar, todos los elfos presentes se arrodillaron, todos menos ella comprendían lo que pasaba.
Galatahuxj aspiró una bocanada de aire y abrió los ojos, después de todo ella tenía el poder para revivir a los muertos, el secreto que la familia de su madre había guardado por siglos, lo que tanto ansiaba Astrovuxtri; el motivo de la guerra había estado todo ese tiempo a su lado.
Isxtrax es un mundo mágico que se encuentra entre el cielo y la tierra, basta sólo con pasar las grandes puertas cubiertas con enredaderas para apreciar su gran vegetación y flores exóticas desconocidas para cualquier ser no mágico. Al avanzar por un camino de piedras puedes escuchar ruidos extraños que en realidad son parte de diversas aves y animales legendarios y lo más sorprendente son sus cascadas cristalinas que parecen no tener ni principio ni fin.
En Isxtrax viven los elfos de luz y los oscuros; los primeros disfrutan del hermoso paisaje, viven rodeados de la naturaleza mágica y festejan cada día el poder de la luz, mientras que los oscuros viven en cuevas subterráneas esperando la noche para atacar a quienes un día decidieron desterrarlos. Lo que inició una guerra de siglos fue el poder de revivir a los muertos, los oscuros querían adueñarse de todo lo que existía en Isxtrax y por eso los elfos de luz decidieron aliarse con otros seres de magia, desde entonces todos deben estar alerta para evitar la llegada de quienes quieren hacerles daño.
Sin embargo, en medio de las cuevas subterráneas se encuentra Gritrhis, hija del líder oscuro Astrovuxtri, él inició la guerra y juro mantenerla hasta acabar a “los malditos elfos de luz” o hasta el día de su muerte.
Gritrhis será quién lo sustituya en su lucha, por eso la ha educado para odiar a los otros: “Debes odiar a esos repugnantes, ellos son tus enemigos, cuando yo muera te destruirán. No permitas que sigamos en las sombras, ¡el poder debe ser nuestro!”, le dijo en medio de una discusión. Ella callaba, no debía llevarle la contraria, no por ser su padre, sino por ser el líder de los oscuros.
Astrovuxtri estaba muy enfermo y decidió que la batalla debía librarse antes de su muerte, mandó a preparar a todos los guerreros y le dio instrucciones claras a su hija: “No regreses hasta que hayas eliminado al último de los despreciables”.
Los oscuros salieron cuando la luna esta en lo alto del cielo, estaban armados con arcos, flechas, espadas; todo aquello que pudiera serviles para cumplir su misión.Mientras tanto los elfos de luz dormían placidamente, pero en una de las grandes torres estaba el Rey Galetahuxj mirando la noche dentro de su hermosa belleza.
El rey de los Elfos de luz se preguntaba cómo podría ser tan hermosa la noche: “La oscuridad parece no ser tan mala, tiene su propia belleza, al parecer siempre hay luz en alguna parte”, dijo refiriéndose a la luna.
De pronto observó que las sombras se movían, la luna aclaraba un poco la noche. Galetahuxj tomó en seguida su espada y fue corriendo a lo alto de la torre para avisar al vigilante que tocara el gran cuerno de unicornio y así avisar a toda la población.
Cuando se toca el gran cuerno no hay sonido alguno, pero cada elfo debe tener consigo un collar que comienza a iluminar como si se tratara de un gran foco; a los segundos todos estaban alertas. Galetahuxj se encontraba con todos sus soldados a los pies del castillo, como tantas veces habían acordado.
En minutos lo único que se escuchaba eran los gritos de los guerreros, los sonidos de sus armas y los llantos de las elfas que se habían ocultado en sus casas para proteger a los más pequeños. Peleaban con pasión, ambos lados queriendo defender lo que tanto les había costado. Iban cayendo uno a uno, elfos de luz y oscuros, decidieron luchar a costa de su vida.
Sin más Gritrhis se aproximó al rey de los elfos de luz, se fue directamente a él con ganas de partirlo por la mitad, por su culpa nunca tuvo una familia, nunca pudo disfrutar la belleza que había en la superficie, por él su padre la endureció, nunca recibió amor. Galetahuxj se dio cuenta que aquella joven se aproximaba y la combatió, ambos peleaban para matar.
Gritrhis abrió los ojos con furia para atacar a Galetahuxj. Sintió como la espada lo atravesaba, como perforaba su piel y pasaba por todo su cuerpo, el corazón le latía fuertemente. ¡Al fin había matado a ese bastardo! Seguramente su padre estaría feliz y así podría darle un poco de amor. Miró a Galetahuxj, la miraba con compasión, su mirada reflejaba alegría y dolor. Ahora que lo pensaba atacarlo con su espada no fue nada difícil.
- Al fin te encontré hija – Dijo Galatahuxj en un suspiro.
- ¿De qué hablas asqueroso?
- Soy tu padre, tienes los mismos ojos de mi reina, tienes que ser tú.
- ¡Yo tengo un padre, el Rey de los oscuros!
- Ese es mi hermano. Cuando naciste mató a tu madre y te alejó de mí, nunca nos pudo perdonar que nos enamoráramos. Hija este es tu lugar.
Murió en brazos de Gritrhis, su hija, esa que le habían arrebatado a los pocos días de nacida.
Gritrhis gritó con todas sus fuerzas y los guerreros dejaron de pelear. Los oscuros al darse cuenta de que había caído el rey de los elfos de luz vitoreaban.
“¡Basta! El es mi padre, no hay nada que celebrar, vivimos engañados en la oscuridad porque Astrovuxtri no pudo soportar que no lo amaran”.
Gritrhis regresó a la oscuridad de las cuevas subterráneas para acabar con quien le había hecho tanto daño, debía vengarse, pero al llegar sólo estaba el cuerpo muerto de Astrovuxtri aún con el rostro endurecido.
Desde ese momento los elfos comenzaron a ser uno, ya no había distinción entre blancos y oscuros. Todos se reunieron en la plazoleta del castillo para el funeral de surey, Galatahuxj. Su hija lloraba por nunca haber podido estar con él, le tocó el pecho y cerró los ojos para darle una larga despedida. De pronto sus manos comenzaron a brillar, todos los elfos presentes se arrodillaron, todos menos ella comprendían lo que pasaba.
Galatahuxj aspiró una bocanada de aire y abrió los ojos, después de todo ella tenía el poder para revivir a los muertos, el secreto que la familia de su madre había guardado por siglos, lo que tanto ansiaba Astrovuxtri; el motivo de la guerra había estado todo ese tiempo a su lado.
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