viernes, 2 de mayo de 2014

Soy sólo una quimera

Por Marco Díaz

¿Qué o quién eres entonces? ¿Por qué nunca hablas a las bestias que creaste? ¿Por qué?...  Preguntas que zarandeaban el corazón de Khimaira día tras día, al llegar la tarde, al caer la noche.

Khimaira era un guerrero, el más audaz del antiguo reino del Sur, el Reino de las bestias,  temible gladiador que concebía las pugnas cuerpo a cuerpo como la oportuna ocasión para conquistarse así mismo, para domar los tormentosos temores que abaten a los hijos del Padre Cronos desde el inicio de los tiempos: temor a morir y a existir sin propósito…  esos  temores que sacuden a cada corazón que late entre este cielo y esta tierra…

Allí esta Khimaira, ser alado de extraña apariencia, poca esbeltez,  el reflejo de las almas inconformes y poderosas que se  ignoran así mismas, esas que meditan en todo y a la par en nada, incapaces de hallarse entre la muchedumbre, pensando más allá de lo diario, de lo usual, viéndolo todo, incluso lo que no puede verse.

Este inquieto peleador era alabado entre las demás bestias por dejar todo en las arenas, entregarse al destino, arriesgarse hasta expirar el último hálito de esperanza,…  Khimaira era ensalzado,  pero aquel ser místico no lo sabía, para él hubiese sido bueno saberlo.  Entre las quimeras de aquel reino no era costumbre reconocer atributos impropios. Guerras,  traiciones y derrotas signaban sus almas.

Un tarde en el monte Cataros, Khimaira discutía con Cronos, era común que él no respondiera, nunca lo había hecho. Cronos el Padre de Todo no habla.

-Todas las Quimeras hablan de ti pero nunca te han visto… –gritaba Khimaira.

En ese instante, sucedió lo impensado: Cronos decidió responder.

Entre el silbido del viento y la conmoción, Khimaira no podía saber si soñaba. No podía ser cierto lo que ocurría.

- ¿Hasta cuándo buscarás fuera lo que esta dentro de ti? ¿Cuándo apartaras tu instinto de bestia para ver la realidad? Yo, Cronos soy el dios que puede responderte con preguntas.
-Yo Cronos te describiré:
-Te dí dos cabezas, no para que divagaras o te turbaras, te las dí para que habitará en ti un poco de mi razón,  porque soy razón absoluta.
- Te di cuerpo de león para que nunca falte en ti fuerza ni vigor.
-Te dí alas  para que vieras el mundo desde arriba,  como ninguna otra bestia.
- Y aunque eres bestia, te di corazón. Lo hice para que sintieras el ahora, porque tu mente te lleva al pasado y te empuja al futuro hasta caer en el dolor…

Khimaira escuchaba estas palabras y comprendía. Se decía así mismo: “Aunque perdí incontables horas de vida interrogando al cielo, cuando llegó el momento de dar la cara al Padre Cronos, cuando él me hizo frente, no hubo pregunta que hacer… Soy sólo una quimera”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario