viernes, 2 de mayo de 2014

El viaje de Heracles

Por Andy Gardner

“Desacoplando las placas en 15 segundos. ¿Abro la escotilla de la cabina al llegar?”.

“No todavía no... Vamos a usar el escáner primero”.

Desde un punto particular en el espacio exterior, se apreciaba una vasta llanura astral compuesta de miles de estrellas y nébulas. De la nada se comenzó a manifestar una distorsión visual con forma de agujero. Ésta se abrió en forma de burbuja o esfera de cristal transparente, la cual se expandió con increíble rapidez.

En pocos segundos la bola se convirtió en una mancha de luz azul, y al rato esta luz comenzó a tomar la forma de un coloso de metal de color grisáceo, con las letras HERACLES SP-V13 grabadas en su hendidura lateral.  La nave tenía un parecido a la forma y el tamaño de una gran ballena azul, y hubiese sido más comparable de no ser por el gigante aro de acero que la rodeaba.

“¡Llegamos!”, gritó el piloto desde la cabina.

“Todos los sistemas bien. No hay ruptura ni escapes. Sin problemas doctor”, dijo otra voz.

El doctor se encontraba en la cubierta.

“Rebecca, prueba con el escáner a ver si consigues la sonda”, dijo.

“Nada, no está por aquí. De hecho estamos lejísimos de NN 3323. Las coordenadas de la sonda están desactualizadas”, dijo Rebecca.

“¿Dónde queda entonces? Eso es una estrella por Dios. Debe estar cerca”

“No. Estamos a más de un pársec de distancia de la estrella”, explicó. “Mira el mapa”

Un sonido de alarma se escuchó a lo largo de las entrañas del buque.

“¿Qué pasó?”, dijo Rebecca, preocupada.

“No sé, déjame ver”.

El doctor comenzó a manipular la instrumentación  de vuelo. El buque parecía un tanto inquieto por la gigante onda de rayos gamma que le estaba bombardeando en ese momento.

“¡Trent, hora de irse!”, gritó el Doctor.

 “Ni de broma, los generadores del aro se recalentarían y no iríamos a ningún lado. Hay que esperar unos 45 minutos antes del próximo salto”, respondió el piloto.

“Por supuesto”.




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Después de unos segundos el hombre tomó una decisión. Las manos le temblaban mientras manipulaba el terminal para deducir el origen de la radiación. 

“Olvídate de terminar con cáncer”, dijo. “Con los escuditos de plomo que tenemos, en 20 minutos calculo que estamos listos”. 

Mientras tanto el ambiente alrededor de la tripulación empezaba a sentirse como el de un cuarto de sauna. La alarma seguía presionando. El Doctor oprimió un botón en el tablero.

“Ingeniería, éste es su Capitán. Acabamos de entrar a una zona con radiación sumamente letal. Por favor faciliten el enrutamiento inmediato de toda el agua disponible a los tanques laterales C, B, Gy… D… apaguen la alarma y mantengan la calma por favor”, el doctor volvió a Rebecca. “Eso nos dará unos minutos extra para resolvernos antes de que nos cocinemos”

“Genial. Bueno, mientras tú jugueteabas yo pensé en algo”, dijo Rebecca. “¿Qué tal si usamos el proyector para disparar ondas gamma invertidas hacia origen de nuestro querido chef?”.

“Hazlo”.



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“OK, la temperatura está bajando. Parece que funcionó la idea de Rebecca”, gritó otra voz a lo largo de la cubierta.

Gradualmente, las luces que iluminaban el interior de la nave comenzaron a perder su vida.

El doctor miró hacia arriba. “Rebecca explícame porque estamos perdiendo iluminación”, dijo.

“El proyector funciona sin problema, pero está drenando prácticamente toda la energía del generador nada más para hacer su trabajo”, respondió.

“Bueno mantenlo así mientras viramos para evitar el foco de la radiación. ¿Trent?”.

El piloto Trent, mientras los demás se ocupaban de resolver la situación de su posible muerte inminente, intentó maniobrar el buque. “Los propulsores tienen muy poco impulso por la falta de energía. Además… el buque se está virando solo… de hecho se está virando pronunciadamente solo”.

Evidentemente para la tripulación, Heracles, la nave, se encontraba bajo la influencia gravitacional de un objeto peligroso y sumamente denso que al parecer nadie había localizado en esa zona con anterioridad. Este mismo tenía la tendencia de “regurgitar” radiación periódicamente  y en altas frecuencias como parte de su proceso culinario de comerse todo objeto que flotase cerca de él.

El Heracles empezó a virar y tomar un rumbo orbital comparable a una pequeña metra cayéndose en espiral por un embudo. A lo largo de la estructura del buque se empezó a sentir un gran tirón.

“Es un hoyo negro.... ¡Es un hoyo negro, gente!”.

“¿Qué pasó con eso de guardar la  calma doctor?”.

El doctor le miró directamente a los ojos a Rebecca. No dijo nada mientras pulsaba los dedos en ritmo nervioso contra la repisa del terminal. Pasó un minuto de puro silencio.

“Ok, ya sé. Rebecca, chequea el terminal. ¿Todavía estamos recibiendo radiación? De repente se siente mucho más frio aquí”.

Rebecca manipuló el terminal otra vez. “Tenías razón cariño. Se acabó el bombardeo. ¿Sacamos la champaña?”, dijo ella mientras apagaba el proyector que drenaba tanta energía.

Gradualmente dentro del Heracles se empezaron a sentir unos graves rugidos. Placas gigantes de metal vibraban con un tremor comparable al llanto de una ballena en sus últimos días de vida.

“¡Trent! Hágame el favor y ubique toda la energía posible a los propulsores laterales y traseros, con trayectoria rumbo donde sea que no sea la cosa esa”, gritó el doctor.

“Estoy en eso Señor. Sin embargo me gustaría también informarle que eso no está haciendo ninguna diferencia. Ya estamos rumbo al horizonte de sucesos. Calculo unos 20 minutos”, respondió Trent.

El doctor volvió a mirar a su primer oficial. “A mí no me mires”, dijo Rebecca. “Tú eres el experto en Astrofísica”. “Que cagada”, dijo el líder mientras se jalaba el cabello ardorosamente. “Rebecca… no se me ocurre nada”, le murmuró.

Hubo un momento de silencio.

“12 minutos”, comentó Trent por el intercomunicador. “Señores, mientras estamos aquí en nuestros últimos momentos de vida, me gustaría también agregar que fue genial conocerlos a todos, pero honestamente prefiero la compañía de mi leche con chocolate”, le comentó a la tripulación, quienes todavía no hallaban como digerir el asunto del hoyo negro. Surgieron algunas palabras ofensivas en respuesta. La inquietud comenzó a convertirse en un acto social general.

“Gracias Trent, eres un amor. Tú que vives en tu burbuja de fantasías malagradecido hijo de…”, no había pasado más de un minuto mientras Rebecca se quejaba cuando se le cambió la cara por completo al doctor. “Rebecca cállate, y gracias por salvarnos”, dijo.

“Trent. ¿Ya podemos activar el aro para hacer un salto?”.
“Sí, Doctor”.
“¿Qué esperas? ¡Anda!”.
“¿Hacia dónde la apunto?”.
“Omicron Eridani”.

Trent manipuló las computadoras de su cabina.

“Listo. Agregada la data de desembarque. Enganchando las placas en5 segundos... y…”.

Con un salto Heracles logró escapar de la influencia del pequeño hoyo negro y regresar al sistema estelar de donde originaba su misión exploratoria.

En términos relativos, la estrella quedaba lo suficientemente cerca como para que el viaje durase no más de dos semanas, y ciertamente así duró su viaje de regreso. Por supuesto, la tripulación celebró su exitosa escapada, aunque aún se preguntaban sobre la misteriosa apariencia de ese objeto astral.

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Algo parecía diferente al llegar a la estación. El doctor abrió un canal de comunicación con la plataforma de embarque. “C21, C21, éste es SP-V13 código HERACLES. Misión Pionero de Lerna abortada. Solicitando puente de abordaje”; no hubo respuesta.

“Que extraño. ¿No se te parece diferente? La estación digo”, exclamó Rebecca.
“Mucho. Voy a probar otra vez”.

Oprimió el botón.

“C21, este es SP-V13 código HERACLES. Misión abortada. Solicitando puente de abordaje”.

Al rato, una voz extraña respondió: “SP-V13, esta estación se llama Omicron-3 y ya no le pertenece a la misma compañía”, dijo la voz. “Esto es propiedad Federal”.

“Imposible”, dijo el Doctor. “Apenas estuvimos un mes afuera. Venimos desde NN 3323”.

“¿Tártaro?”,  dijo la voz exasperada. “Espere un momento”, la tripulación se quedó otra vez en silencio. Al rato regreso la voz.

“Señor, disculpe la tardanza. Accedimos a ciertos registros que indican que una nave con designación HERACLES SP-V13 zarpó desde esta localidad cuando estaba bajo el control del departamento de exploración de SIATA…”.

“Cierto, fue hace un mes, y esta estación todavía le pertenece a…”.

La voz le interrumpió. “Señor, con todo respeto, los registros de su compañía indican que ese buque zarpó hace más de 110 años, ¿Le comunico con algún representante de su compañía?”

La expresión facial entre los navegantes astrales fue de poesía.

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