Por Amira Romero
Se adentra en el bosque a pesar de las advertencias de los pueblerinos, la curiosidad se apodera de su cordura, el afán de querer investigar todo aquello extraño para el ser humano lo lleva en la sangre; excusa perfecta para romper reglas.
Observa minuciosamente cada detalle de tan maravilloso y tenebroso bosque; deduce que la extraña oscuridad, a pesar de un sol resplandeciente, es debido a los árboles frondosos e inmensos. Es inevitable poder ver las hojas, si se pudiera apreciarlas serían las caídas y marchitas.
Mira hacia abajo para mirar que estilo tendrían esas hojas, raro, nada hay en la tierra, ni una mísera hoja, pareciera ser que una persona barre todo el bosque para tenerlo impecable, pero es imposible que todo a su alrededor, hasta en lo más lejos que puede ver no haya ninguna hoja.
Sigue su camino aún más fascinado por la extraña condición del bosque; llega hasta un poso de agua adornado con piedras preciosas a su alrededor, se acerca unos pasos para admirar la brillantez de dichas piedras, en eso algo sale del lago.
El investigador se da unos pasos hacia atrás por inercia. La cosa se muestra como una bella mujer con alas al parecer de hadas, pero no es un hada cualquiera, es la criatura que los pueblerinos mencionaron, una ninfa de agua, la protectora del bosque.
El investigador se acerca lentamente hasta el ser mágico considerando que es inofensivo por su belleza y la luz que irradia en su cuerpo.
La ninfa mira con ternura a esa criatura de aspecto inocente, flota ligeramente por el agua hasta llegar a él, extiende su mano, como ofreciéndole a que la tomara, él sin pensarlo dos veces la toma, siente un calor agradable, mientras cierra los ojos se deja llevar por esa sensación de seguridad y calidez, pero cuando los abre nota que está en el medio del pozo.
-¡Auxilio! -grita desesperado el investigador-.!Me ahogo, no sé nadar!
Mientras lucha por su vida, ve como la infame ninfa sonríe con satisfacción.
La ninfa deja de reírse cuando el investigador, un pequeño niño aficionado por la investigación de las cosas rara, se hunde en el pozo sin fondo.
-Otro más para mi colección- dice y ríe maquiavélicamente.
Se adentra en el bosque a pesar de las advertencias de los pueblerinos, la curiosidad se apodera de su cordura, el afán de querer investigar todo aquello extraño para el ser humano lo lleva en la sangre; excusa perfecta para romper reglas.
Observa minuciosamente cada detalle de tan maravilloso y tenebroso bosque; deduce que la extraña oscuridad, a pesar de un sol resplandeciente, es debido a los árboles frondosos e inmensos. Es inevitable poder ver las hojas, si se pudiera apreciarlas serían las caídas y marchitas.
Mira hacia abajo para mirar que estilo tendrían esas hojas, raro, nada hay en la tierra, ni una mísera hoja, pareciera ser que una persona barre todo el bosque para tenerlo impecable, pero es imposible que todo a su alrededor, hasta en lo más lejos que puede ver no haya ninguna hoja.
Sigue su camino aún más fascinado por la extraña condición del bosque; llega hasta un poso de agua adornado con piedras preciosas a su alrededor, se acerca unos pasos para admirar la brillantez de dichas piedras, en eso algo sale del lago.
El investigador se da unos pasos hacia atrás por inercia. La cosa se muestra como una bella mujer con alas al parecer de hadas, pero no es un hada cualquiera, es la criatura que los pueblerinos mencionaron, una ninfa de agua, la protectora del bosque.
El investigador se acerca lentamente hasta el ser mágico considerando que es inofensivo por su belleza y la luz que irradia en su cuerpo.
La ninfa mira con ternura a esa criatura de aspecto inocente, flota ligeramente por el agua hasta llegar a él, extiende su mano, como ofreciéndole a que la tomara, él sin pensarlo dos veces la toma, siente un calor agradable, mientras cierra los ojos se deja llevar por esa sensación de seguridad y calidez, pero cuando los abre nota que está en el medio del pozo.
-¡Auxilio! -grita desesperado el investigador-.!Me ahogo, no sé nadar!
Mientras lucha por su vida, ve como la infame ninfa sonríe con satisfacción.
La ninfa deja de reírse cuando el investigador, un pequeño niño aficionado por la investigación de las cosas rara, se hunde en el pozo sin fondo.
-Otro más para mi colección- dice y ríe maquiavélicamente.
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