jueves, 1 de mayo de 2014

El árbol humano

Por Mercedes Vásquez

Vero, Javier Enrique, Diego e Iker acaban de mudarse a un sitio llamado “Estrella”, y deciden salir a explorar un bosque que les llamó mucho la atención cuando llegaron; se van internando en él cuando escuchan voces que los hacen esconderse entre los árboles, y así escuchan que son unos forajidos que vienen a atacar el poblado, guardan silencio y al ir disminuyendo las voces salen y deciden montarse al árbol más grande para avistar desde allí cuantos hombres eran y armar un plan para salvar a sus padres, abuelas y tía.

Encuentran un árbol gigantesco y algo extraño; tiene dos troncos, que se aferran a la tierra cual si fueran patas, porque tiene como uñas, por la forma y el color marfil que guardan en sus terminaciones; posee dos ramas gruesas que asemejan brazos- porque guindan-  y terminan igual en forma de uñas,  que casi dar con las cabezas de  Vero y Javier Enrique, su tronco tenía como capas de hojas cual si fueran varios faralaos, su parte final es como un cono, pareciera como una barquilla boca abajo y que el helado chorreara por capas, también ven que hay como una nariz o más bien una trompa  desde la cual pudieran balancearse.

Vero que es la mayor se trepa hasta la copa pudiendo desde allí avistar el poblado y les grita:
- Desde aquí puedo divisar todo hermanos, y les iré contando.
 Javier Enrique es el primero en llegar a la trompa y queda frente al árbol y al apretar sus piernas ajustándolas como si montara a caballo ve con asombro como un par de ojos se abren, pero no siente miedo, más bien confianza, y decide hablarle:
- Amigo, si estoy ante ti es porque Dios nos ha ayudado, necesitamos tu fuerza para luchar contra truhanes.
Diego llega primero y al verlo pone sus ojos como plato, diciendo en alta voz:

- Vero, hemos encontrado a un Dios.

Iker es el último en treparse a la trompa y asombrado dice:
- Hemos debido traer la cámara.
Los 3 se agarran muy fuerte cuando se dan cuenta que el árbol se mueve, y que ellos mismos son los que los están impulsando, pues responde a sus movimientos como si pulsaran un comando.

Vero les hace saber que la gente sale espantada del pueblo hacia el bosque, y ellos van avanzando, y Vero avisa que ya están saliendo su papá Javier, su tía Daniela, la amachi Vanesa, su abuela Meche y su bisabuela Josefina, los cuatro  les gritan haciendo bocina con la manos, y ellos acuden asombrados, pero  se dan cuenta que es una ayuda y se trepan rápido  y gracias a las indicaciones de los chicos, su padre Javier, y su tía Daniela que son los primeros en subirse entienden que las terminaciones en uñas de los brazos del árbol sirven para rescatar a su madre y a su bisabuela Josefina que no pueden treparse y la amachi Vanesa va ayudando a coordinar la subida, ya todos refugiados en él,  lo convierten en un caballo de Troya y así aplanan a los cobardes que asustados quedan aprisionados entre la pared que había a la entrada del pueblo y el gigantesco árbol, que se convirtió en el icono del pueblo; entendieron sus habitantes que era una lección para estar unidos, pues este árbol no hubiese podido rescatarlos si no se hubieran subidos todos a operar los comandos.

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