Por Isidro González
Detrás del verdor añejo de las montañas de los altos mirandinos existió un pueblo llamado Carrizal, su nombre provenía de las flores del lugar y la abundante agua, la frescura y la tranquilidad ofrecían el sitio ideal para vivir.
Carrizal era un pueblo de agricultores, que también se dedicaban a la cría de animales, en el vivían los González y los Pérez, dos familias nativas del sector y responsables de la mayoría de las cosechas. Juan Manuel de 12 años era el mayor de los cinco hijos de los González e Igor de 13 años, el segundo de los Pérez; juntos hacían una dupla de aventureros que día tras día salía a recorrer los campos de Carrizal.
Una tarde calurosa mientras caminaban a las orillas de un fresco y transparente riachuelo sintieron un movimiento extraño entre la maleza que despertó su curiosidad, al acercase el movimiento fue más fuerte y en veloz carrera huyeron del lugar para volver más tarde con un grupo de campesinos.
Al inspeccionar un poco más y con la valentía que le brindaba la compañía de los mayores, Juan Manuel e Igor descubrieron algo asombroso, un pequeño animal con cuerpo de lagarto, orejas de venado, cachos de vaca,trompra de cocodrilo , escamas de pescado y alas.
-¡Esto es un engendro del demonio!- exclamó una de las campesinas.
-Vamos a matarlo, eso puede atacar a nuestros hijos -gritó la mama de Igor asustada.
Ante tanto alboroto por el extraño animal, Juan Manuel sugirió que le perdonaran la vida, que si bien era feo y extraño, también era chiquito, inocente y se podía domesticar y fue así como le perdonaron la vida al extraño animal y le encomendaron la tarea de cuidarlo a Juan Manuel e Igor.
Los días pasaban y el animal crecía rápidamente, los jóvenes amigosdecidieron ponerle Aníbal en honor a un valiente guerrero que dio su vida por la libertad de los carrizaleños.
Juan Manuel, Igor y Aníbal se convirtieron en inseparables y aunque con recelos de los mayores del pueblo, el animal fue aceptado poco a poco.
Un día soleado y en lomo del extraño animal Juan Manuel e Igor se divertían cuando de pronto y por instinto Aníbal abrió sus alas y levantó vuelo causando temor entre los lugareños y curiosidad entre un grupo de invasores hostiles llamados Los Pirañas que vivían no muy lejos de ahí, los cuales que fueron vencidos y desterrados por el entonces valeroso guerrero a quien el animal debía su nombre.
Fueron días de asombro e intriga y Aníbal sobrevolaba más lejos con sus jinetes del aire, lo que llevó a Los Pirañas a planificar un ataque después de hace mucho tiempo, pero esta vez para apoderarse del aquella bestia voladora, el pueblo y sus mujeres.
Fue así como en una noche nublada y sin luna llena Los Pirañas decidieron atacar y al penetrar al pueblo de Carrizal, los gritos, los llantos y el caos se apoderaron del pueblo.
Los invasores superaban en número a los hombres del pueblo y las espadas cortantes no se hacían esperar en los cuerpos desnudos de los habitantes del lugar. Juan Manuel e Igor salen de sus viviendas para hacerles frente a los invasores, a la vez que una lanza hiere en el brazo a la mamá de Igor, aquella mujer que en una oportunidad pidió que se sacrificara a Aníbal, aquel extraño animal.
Cuando el invasor intenta de nuevo penetrarle la lanza, pero esta vez en el corazón, a la Sra Pérez, una llamarada cayó como una fuerte cascada del cielo hacia los hostiles atacantes, quienes asombrados y en pánico huyeron lejos por el peligro y la amenaza nunca antes vista. Era Anibal, el extraño animal con alas, cuerpo de lagarto, orejas de venado, cachos de vaca, trompa de cocodrilo y piel de escamas que esta vez arrojaba fuego por la boca para defender a los suyos.
Al día siguiente se pudo observar que el tranquilo pueblo que fue objeto de un feroz ataque solo había sufrido unos pocos heridos y unas pocas pérdidas materiales gracias a Aníbal, el extraño y valiente animal a quien luego Juan Manuel e Igor decidieron ponerle como por nombre Dragón, desde ese día Aníbal es venerado por los carrizaleños y el pueblo vive en completa paz.
Detrás del verdor añejo de las montañas de los altos mirandinos existió un pueblo llamado Carrizal, su nombre provenía de las flores del lugar y la abundante agua, la frescura y la tranquilidad ofrecían el sitio ideal para vivir.
Carrizal era un pueblo de agricultores, que también se dedicaban a la cría de animales, en el vivían los González y los Pérez, dos familias nativas del sector y responsables de la mayoría de las cosechas. Juan Manuel de 12 años era el mayor de los cinco hijos de los González e Igor de 13 años, el segundo de los Pérez; juntos hacían una dupla de aventureros que día tras día salía a recorrer los campos de Carrizal.
Una tarde calurosa mientras caminaban a las orillas de un fresco y transparente riachuelo sintieron un movimiento extraño entre la maleza que despertó su curiosidad, al acercase el movimiento fue más fuerte y en veloz carrera huyeron del lugar para volver más tarde con un grupo de campesinos.
Al inspeccionar un poco más y con la valentía que le brindaba la compañía de los mayores, Juan Manuel e Igor descubrieron algo asombroso, un pequeño animal con cuerpo de lagarto, orejas de venado, cachos de vaca,trompra de cocodrilo , escamas de pescado y alas.
-¡Esto es un engendro del demonio!- exclamó una de las campesinas.
-Vamos a matarlo, eso puede atacar a nuestros hijos -gritó la mama de Igor asustada.
Ante tanto alboroto por el extraño animal, Juan Manuel sugirió que le perdonaran la vida, que si bien era feo y extraño, también era chiquito, inocente y se podía domesticar y fue así como le perdonaron la vida al extraño animal y le encomendaron la tarea de cuidarlo a Juan Manuel e Igor.
Los días pasaban y el animal crecía rápidamente, los jóvenes amigosdecidieron ponerle Aníbal en honor a un valiente guerrero que dio su vida por la libertad de los carrizaleños.
Juan Manuel, Igor y Aníbal se convirtieron en inseparables y aunque con recelos de los mayores del pueblo, el animal fue aceptado poco a poco.
Un día soleado y en lomo del extraño animal Juan Manuel e Igor se divertían cuando de pronto y por instinto Aníbal abrió sus alas y levantó vuelo causando temor entre los lugareños y curiosidad entre un grupo de invasores hostiles llamados Los Pirañas que vivían no muy lejos de ahí, los cuales que fueron vencidos y desterrados por el entonces valeroso guerrero a quien el animal debía su nombre.
Fueron días de asombro e intriga y Aníbal sobrevolaba más lejos con sus jinetes del aire, lo que llevó a Los Pirañas a planificar un ataque después de hace mucho tiempo, pero esta vez para apoderarse del aquella bestia voladora, el pueblo y sus mujeres.
Fue así como en una noche nublada y sin luna llena Los Pirañas decidieron atacar y al penetrar al pueblo de Carrizal, los gritos, los llantos y el caos se apoderaron del pueblo.
Los invasores superaban en número a los hombres del pueblo y las espadas cortantes no se hacían esperar en los cuerpos desnudos de los habitantes del lugar. Juan Manuel e Igor salen de sus viviendas para hacerles frente a los invasores, a la vez que una lanza hiere en el brazo a la mamá de Igor, aquella mujer que en una oportunidad pidió que se sacrificara a Aníbal, aquel extraño animal.
Cuando el invasor intenta de nuevo penetrarle la lanza, pero esta vez en el corazón, a la Sra Pérez, una llamarada cayó como una fuerte cascada del cielo hacia los hostiles atacantes, quienes asombrados y en pánico huyeron lejos por el peligro y la amenaza nunca antes vista. Era Anibal, el extraño animal con alas, cuerpo de lagarto, orejas de venado, cachos de vaca, trompa de cocodrilo y piel de escamas que esta vez arrojaba fuego por la boca para defender a los suyos.
Al día siguiente se pudo observar que el tranquilo pueblo que fue objeto de un feroz ataque solo había sufrido unos pocos heridos y unas pocas pérdidas materiales gracias a Aníbal, el extraño y valiente animal a quien luego Juan Manuel e Igor decidieron ponerle como por nombre Dragón, desde ese día Aníbal es venerado por los carrizaleños y el pueblo vive en completa paz.
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