sábado, 28 de septiembre de 2013

Entrega de premios del Concurso TEC 2013



El segundo lugar fue otorgado a Jacz Nil Admirari por su cuento El camino y ganó una cámara fotográfica compacta; combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso; y estuche de 9 bolígrafos de Maped.


miércoles, 7 de agosto de 2013

Anunciados ganadores del concurso de cuentos por 4to aniversario del Taller de Escritura Creativa






-[El tema del concurso del 2013 fue el Camino de Santiago]-

Caracas, agosto de 2013. (De pauta).-  Se anunciaron los ganadores del concurso por el 4to aniversario del Taller de Escritura Creativa de Joaquín Pereira cuyo tema fue el Camino de Santiago.

El ganador del primer premio fue María Teresa González Jaime por su historia Hermanos del camino. Se hizo acreedora a: un fin de semana para dos personas  -incluye hospedaje y desayuno- en la posada Hacienda Vieja en Galipán, El Ávila, Caracas; combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso; estuche de 9 bolígrafos de Maped; 40% de descuento en un Trailer Book tipo Silver o descuentos especiales en las otras gamas, de Trailer Book Factory; y 50% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa online.

El segundo lugar fue otorgado a Jacz Nil Admirari por su cuento El camino y ganó una cámara fotográfica compacta; combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso; y estuche de 9 bolígrafos de Maped.

En tercer lugar se encuentra la historia escrita por Eglée González Lobato, titulada Búmeran. Recibe un ejemplar del libro Leyendas del Camino de Santiago, de Juan García Atienza; combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso; y estuche de 9 bolígrafos de Maped.

Como mención especial se le entregará un bono de 1000Bs. en productos de Liquiliqui.com a Lidia Coronado por su cuento Un milagro cada día.

La decisión fue tomada por los miembros del jurado: la periodista y editora Isabel Lessmann y el periodista Joaquín Pereira.  Gracias a Bubok.es se publicó el libro recopilatorio de las historias participantes en el concurso.

Joaquín Pereira es periodista graduado en la Universidad Central de Venezuela; ingeniero en computación por la Universidad Simón Bolívar; realizó estudios de postgrado en comunicación social por la Universidad Católica Andrés Bello; es locutor y se ha formado como fotógrafo documentalista en el Taller de Fotografía de Roberto Mata.

El Taller de Escritura Creativa busca generar en sus participantes hábitos que le servirán para crear textos cada vez más elaborados y atractivos. Se fomenta la creatividad y se tocan aspectos de redacción y ética.
Está dividido en tres niveles, en el 1.0 se aclaran dudas y se fijan los principales conceptos, el nivel 2.0 presenta pautas más exigentes y el nivel 3.0 sirve para elaborar un proyecto de mayor aliento.
FIN/JK

Veredicto del jurado - Concurso TEC 2013: 4to aniversario

Quienes suscriben, Isabel Lessman – periodista y gerente editorial-, y Joaquín Pereira – escritor, periodista y fotógrafo -, como miembros del jurado del concurso aniversario del Taller de Escritura Creativa, luego de haber analizado los cuentos recibidos, siendo una totalidad de 12 participantes y 15 historias, se deliberó en función del tema escogido para la ocasión – 21 de diciembre de 2012-, la originalidad de la creación y su redacción y se decidió premiar de la siguiente manera:

Premio general 1:
Todos los participantes ganan 50 Bs. de descuento en el taller por cada cuento entregado.


Premio general 2:
Se publicará un libro recopilatorio de los cuentos participantes por medio de http://www.bubok.es/. Además de mostrarlos en el blog http://concursotec.blogspot.com/

Mención especial: 1000 Bs. en productos de Liquiliqui.com es:
Un milagro cada día por Lidia Coronado.



Premio 3:  Libro Leyendas del Camino de Santiago, de Juan García Atienza + Combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso + Estuche de 9 bolígrafos de Maped.
Búmeran por Eglée González Lobato.
Premio 2:  Cámara fotográfica compacta + Combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso + Estuche de 9 bolígrafos de Maped. 
El camino por Jacz Nil Admirari.

Premio 1:  Fin de semana para dos personas (incluye hospedaje y desayuno) en la posada Hacienda Vieja en Galipán, El Ávila, Caracas + Combo de la Casa Úslar Pietri: Libro, franela y bolso + Estuche de 9 bolígrafos de Maped  + 40% de descuento en un Trailer Book tipo Silver o descuentos especiales en las otras gamas, de Trailer Book Factory + 50% de descuento en un nivel del Taller de Escritura Creativa online.

Hermanos del camino por María Teresa González Jaime

Listado de escritores participantes
  1. Beatriz García
  2. Jacz Nil Admirari
  3. Manuel A. Hernández Giuliani  
  4. Alberto Antonio Vásquez Indriago
  5. Lidia Coronado
  6. Guillermo Blanco Galeano
  7. Eglée González Lobato
  8. María Teresa González Jaime
  9. Andrés Scherer
  10. Natasha Salgado
  11. Gabriela Martin
12.  Víctor Duarte

Listado de cuentos participantes
1.      Una promesa por Beatriz García.
2.      El camino por Jacz Nil Admirari.
3.      El viejo y la máquina por Manuel A. Hernández Giuliani.
4.      Finisterre por Alberto Antonio Vásquez Indriago.
5.      Un milagro cada día por Lidia Coronado.
6.      Anastasia por Guillermo Blanco Galeano.
7.      Búmeran por Eglée González Lobato.
8.      Hermanos del camino por María Teresa González Jaime.
9.      Rayo de luz por Andrés Scherer.
10.  El camino al cambio por Natasha Salgado
11.  Ampollas en los pies por Gabriela Martin.
12.  Otro Camino por Víctor Duarte.

Atentamente,

Joaquín Pereira, Director  del Taller de Escritura Creativa

@Joaquin_Pereira - 0058 4125713821 - http://tallerdejoaquinpereira.ning.com/

martes, 16 de julio de 2013

Otro camino

Por Víctor Duarte

Cuando el día se deja cubrir por una sombra para convertirse en noche  comienza un joven la peregrinación de uno de los retos más grandes de la tierra. El camino de Santiago era una tradición que abarca muchos años de historia.

John, joven de diecisiete años decide comenzar este recorrido. Él, estudiante de artes en una ciudad no tan común como lo era Caracas, decide comenzar un viaje para realizar su peregrinación concebida por su perspicaz idea de adentrarse en insólitas aventuras.

Decide emprender ese viaje a raíz de todos sus problemas, discusiones con sus padres, problemas con su pareja -la cual ya no lo era más-, entre otros problemas existenciales que él tenía.

Buscaba un escape del mundo, saber que la única libertad y paz que quería se encontraba hallándose a él mismo. John, tras llegar a España, después de sus nueve agotadoras horas de vuelo, llega a un hostal en el cuál descansará hasta que salga el sol que lo despabile para comenzar su recorrido al día siguiente.

Al llegar a su habitación, no tuvo más que hacer que acostarse a dormir de una vez. Se levantó al día siguiente, alertado por ese fresco olor que se percibía en las mañanas de París, decidido a emprender su viaje con destino a Galicia comenzando así su propio monólogo, sin más carga que su diario y una botella de agua.

Viendo nuevas caras y nuevos ambientes va describiendo su historia con un papel y un lápiz, comenzó a describir su vida y sus problemas sabiendo que sólo así los lograría superar.
Escribió hasta que se desahogó por completo, criticando a la vida y al comportamiento indebido que inauditamente estúpido iba consumiendo a este mundo de piedra.

Del diario de John:

"(...) No sé si esté bien buscarle cada uno de los defectos a esta sociedad de mierda, son simplemente inacabables. La avaricia que hace que cada uno viva en una eterna competencia es lo que nos tiene así, querer ser siempre el mejor en todo, esa imagen pusilánime que no es más que un miedo a que no noten nuestra ausencia. Desde que cada ser humano nace es concebido con un cáncer llamado egoísmo el cual nos va matando poco a poco alterando nuestro ciclo de subsistencia pasando así de vivir a sólo existir."

domingo, 7 de julio de 2013

Ampollas en los pies

Por Gabriela Martin

La peregrinación hasta la catedral de Santiago de Compostela es un camino largo y agotador. Miles de personas recorren la ruta cada año, por fervor religioso, turismo, o reflexión; Sebastián, en cambio, tiene sus propias razones. Ha caminado cientos de kilómetros, dormido en hogares ajenos, ha rezado a un dios en el que no cree. Sebastián busca algo indefinible, sin forma, no sabe si eso que quiere encontrar existe, pero sabe que es importante, mucho más importante que los frascos de Rivotril escondidos en su alacena.

El joven caminaba por los calles de tierra de la pequeña aldea, a solo un par de días del final del recorrido. Entró a un pequeño albergue y se acercó a una improvisada recepción para que se le sellara su credencial. Se sentó en un mullido sillón y se descalzó, una nueva ampolla había nacido en la planta de su pie. De un pequeño botiquín que cargaba sacó hilo y aguja y los introdujo con cuidado drenando el líquido; el hilo dejaba la piel abierta, permitiendo un flujo constante, evitando que se formara nuevamente la molesta herida.
En tres días llegaría a la ciudad de Santiago de Compostela, y, si tenía suerte, encontraría lo que había perdido. Sebastián quería encontrar desesperadamente una razón para no tomar un largo trago de vodka acompañado de una decena de fármacos; parecía una salida fácil, pero tenía miedo.

Tres días después, un 25 de julio de 1999, una multitud expectante esperaba que se abrieran las puertas de la catedral. Las magnificas puertas se abren lentamente ante sus ojos, y mientras camina a lo largo de la nave principal, el olor a incienso invade la inmensidad de la estructura.  El impulso que lo había guiado hasta ese lugar hace que alce la mirada sobre el altar y asombrado observa a las criaturas de fuego mirarle desde las alturas. Son inmensas y distantes, pero cobran vida ante sus ojos, no ha recorrido solo el camino, ellas también tienen ampollas. Sebastián no sabe si esto es lo que tanto buscaba, pero ya no piensa en el vodka ni el Rivotril, y los ojos le escuecen aun más que las ampollas hiladas; su fuego lo impulsa hacia adelante, y frente a un pequeño mundo hecho de oro, Sebastián se sienta y finalmente llora.

El camino al cambio

Por Natasha Salgado

José es un hombre de creencias fuertes que deseaba un cambio en su vida y siente que la mejor manera de lograrlo es hacer el camino de Santiago.

-José, ¿llevas todo lo que necesitas?- pregunto su esposa antes que el suba a su carro vía al aeropuerto. Él es venezolano y un hombre trabajador.

-Si Juana- le responde cerrando la maleta, preparado para irse. Luego de despedirse de su familia llama a un taxi que lo lleva rumbo al aeropuerto. Al llegar hace el Check-in y después a esperar su avión.

La espera terminó, subió a su avión y fue rumbo a Francia. Al llegar paso lo noche en una pequeña posada y al día siguiente tomo su mochila y partió rumbo al camino.

Cuando llego al lugar comenzó su caminata; lleva en su mochila todo lo necesario para el largo viaje que le esperaba. Al comienzo estaba muy entusiasmado pero conforme pasaban las horas y los metros José empezó a sentir el peso de lo que llevaba.

Durante uno de los pasajes de viaje se consiguió con un hombre de nombre Lucky que le conto que le había pasado de todo: lo habían robado y perdió todo lo que tenia, menos la ropa que llevaba puesta, además ese día llovía y no encontró un lugar donde refugiarse; al oír esto José conmovido por la mala suerte de él hombre le permitió pasar esa noche y compartir con él un cuarto en el albergue donde el pasaría la noche.

Luego del descanso comenzaron de nuevo su camino y con el paso del día ellos conocen a un hombre atrapado en un árbol: - ¡Por favor ayuda!- les grita el sujeto.

Ambos con todas sus fuerzas lo logran ayudar a salir de esa incómoda situación. El les explica que en un ataque de ira su novia lo empujo allí y se fue dejándolo así desde las 5:00 de la mañana, su nombre es David. El logró limpiarse las hojas y decidió acompañarlos.

Unos metros más adelante fue conociendo a varias personas que se le añadieron; y siempre falta uno por llegar mientras pasan las paradas. Una mujer necesitaba una cámara y él se la prestó y al final se la regaló pues vio que la mujer de verdad la necesitaba.


Al final del camino él se dio cuenta que había cambiado, en este camino que vivió por días conoció gente maravillosa; Lucky al final recupero sus cosas y David perdió una novia pero gano dos amigos por correo.

Rayo de luz

Por Andrés Scherer

Oskar, un joven de casi diecinueve años nacido en Múnich, quería descubrir ciertas cosas acerca de la rareza humana y a lo que ella comprendía. Después de una larga y consistente lucha por un amor, Oskar intentó descubrir qué había pasado. Decidió que la mejor manera de analizarlo era haciendo una caminata o viajando a un lugar como los Alpes suizos, donde la tranquilidad predominaba. El camino de Santiago había sido un pasaje muy recomendado por su padre durante mucho tiempo, pensó que en él conseguiría lo que buscaba.

Quizás ahí encontraré mis respuestas, un gran lugar para poder pensar.

Oskar emprendió su viaje comenzado desde Múnich y siguiendo la ruta para llegar a Santiago de Compostela en España. Berna, Lyon, Pamplona y Ponferrada fueron alguna de las localidades del viaje de Oskar. Aunque solamente al llegar al Ponferrada –faltando pocos kilómetros para finalizar la caminata- fue que el joven comenzó a pensar. Fue sólo para que los pensamientos no se desviaran con el hablar de alguien más.

Tanto lo intenté y tanto que resistí para nada. Quizás ella no era la indica pero quizás sí. Si tan sólo me quedara con lo que pudo pasar necesitaría muchos viajes… así que es lo que es y no lo que pudo ser. Me pregunto: ¿Por qué peleamos? ¿Por qué siempre hay una constante lucha o meta dentro de nosotros? ¿Es que acaso no podemos vivir la vida sin luchar? Me encantaría poder dejar de esperar y conseguir. Pero poco a poco me di cuenta que lo que fácil vino… fácil se irá, así que las cosas difíciles son las que más durarán. Tampoco debería haber una matanza por conseguir el amor, se supone que es algo bello ¿no? Pues la verdad no lo sé… yo la fui a buscar y ella ni se asomó. Los hombres deberían vivir más relajados y sin importar lo que podría pasar pero pocos se dan cuenta de ello.

Oskar se adentraba a una telaraña de pensamientos que lo confundían más de lo que ya estaba. No sabía qué decidir o qué hacer.  Al parecer, esa “derrota” le había causado un daño el cual no sabía despejar para volver a comenzar. Tenía que olvidarlo porque si una oportunidad con otro nuevo amor se desvanecería a causa de la siniestra cicatriz jamás comenzaría de nuevo.

Es tan complicado olvidar después de lo mucho que dolió. Se ha tornado una maniobra heroica el cerrar esta herida que ella ha causado. Tiempo al tiempo es lo que dicen y es lo que tendré que dar. ¿Y qué tal si dejo de luchar y espero? Quizás algo maravilloso llegue a mí, quizás algo bueno pase, pero nunca he sido de los que espera sino más bien de los que busca…

Entonces un hombre de gran barba blanca, imponente físico y de un aroma a café con avellanas lo detuvo y le dijo “No te presiones hijo, no te presiones…”, casi tocado por un rayo de luz.

Hermanos del camino

Por Mate González Jaime

Primero de abril. Seis de la mañana. Inicio el Camino de Santiago. Voy con mi hermano Pancho… La tensión de mi vida junto a él pesa más que todo el morral: son años de reproches y ese gusto por decirnos palabras hirientes… y ahora, compartiremos el Camino. Jugarreta de la vida que ambos coincidiéramos en Ponferrada para emprenderlo.

El primer día caminamos diez kilómetros. La mochila pesó mucho, me duelen los pies. Pancho habló poco, sólo para reclamar que me quejaba mucho, que cómo se me ocurre venir sin entrenar, que seguro llevo un montón de cosas inútiles en la mochila - es cierto, pero jamás lo admitiré-. Me tomé varias pastillas al llegar al hostal y decidí dormir. No sé qué hizo Pancho.

Día 2. Huele a tierra mojada porque llovió, todo el camino está lleno de barro y hace más difícil la caminata. Pancho va tarareando, creo que está de mejor humor y ya se acostumbra a mí. Yo hablo sola. Tanto silencio me apabulla. Él a veces me responde. Sigo quejándome, estoy cosechando unas lindas ampollas. Pancho tiene razón pero no se lo diré: traerme dos desodorantes, dos frascos de perfumes y una caja de chocolates no fue una buena idea.

Día 4. No quiero reseñar qué pasó el tercer día. Pancho y yo peleamos. A medida que la discusión se tornaba más hiriente, la mochila pesaba más y más. Tengo los pies llenos de ampollas. Dejé en el hostal un desodorante y un perfume, compartí los chocolates con otros peregrinos y le di varios a Pancho. El día amaneció precioso, mi hermano saca un chocolate, lo engulle y sonríe. Caminaremos en silencio, nos va mejor así.

Día 5. Muchas ampollas. A Pancho le está doliendo la rodilla. Primera vez que me lo dice. Le di unas pastillas y le recordé de los chocolates. Se alegró. Me quejo menos, Pancho tiene razón, debo hacerle más honor a mi nombre: Valentina. Llovió muchísimo y me resbalé. Me caí y me raspé la rodilla. Lloré pero Pancho se portó de lo mejor, todo un hermano mayor. ¡Me cargó la mochila hasta el hostal!

Día 6. Amanecí mejor. Caímos rendidos del cansancio y mutuamente nos curamos las ampollas. Pancho curó mi raspón en la rodilla y fui valiente cuando me puso el merthiolate. El camino es un poco empinado porque estamos cada vez más cerca. Pancho está conversador, me cuenta de mis sobrinas, de sus proyectos de vida, de por qué decidió emprender este viaje. Le conté de mi trabajo, del último amor y Pancho me dijo: “ese tipejo no te merece, menos mal que lo dejaste”. Yo no sabía si reírme de su papelón de hermano mayor celoso o correr a abrazarlo por ser tan cuchi. Primera vez que conversamos durante la cena. Hablamos de la infancia y sin reproches.


Día 7. Seis de la mañana. Hoy es el último día. Estamos enfocados en llegar a Santiago. Hoy vamos en silencio, con la solemnidad del último día. ¡Llegamos! Al ver la Catedral, Pancho me tomó de la mano como lo hacía cuando me llevaba al colegio. Al terminar de subir las escaleras de la Catedral, lloramos y nos fundimos en un profundo abrazo. En una sola voz nos dijimos “Te amo, hermano. Gracias”. 

Búmeran

Por Eglée González Lobato

¿Por qué a mí? Me lo preguntaré toda la vida, ¿por qué a mí? Es desgarrador, siento que voy a morir, tengo nauseas, siento un dolor profundo que me atraviesa en dos. ¿Por qué Dios? Por qué tenía que enterarme que doña Teresa no es mi madre, que mi verdadera familia me cree muerta y que no soy más que una sobreviviente de un carro vuelto en llamas. No puedo con esto Señor, dame fuerzas, es demasiado para mí.

Llevo siete días caminando, no quise ponerme vaselina en los pies y me han salido ampollas, todos me adelantan. Siento que me voy a resfriar por llevar la franela húmeda, con esta brisa que nada seca. Empiezo a tener frio. ¿Perdón? ¿Habla usted conmigo? Sí, sí sé andar en bicicleta y a decir verdad la prefiero. Es usted muy amable, la dejaré en el último albergue, dentro de veintitrés días.

Respondo con la bocina el saludo a otros ciclistas. Decido estacionarme donde veo un montón de ellas. Al entrar al pequeño bar me piden que me siente en su mesa. Hago lo que ellos hacen. ¿Que cómo me llamo? me llamo Milagros, es mentira pero ellos no lo saben, nadie lo sabe, porque eso es lo que soy, un milagro. ¿Cuántos años? Tengo 18, bueno tampoco sé si eso es cierto, ni siquiera estoy segura de la fecha de mi nacimiento. Siento vergüenza, todos me miran y la sangre sube a mi cabeza.

Me levanto entre llantos y despierto a Alba que duerme en la cama de al lado. Me advierte que mañana será un día intenso. Trato de dormir pero no puedo. No hago más que imaginar cómo sería el rostro de mi madre. Me pregunto si tendré hermanos, tíos, abuelos. ¿Cómo sería mi  vida si hubiera vivido con ellos?

Paco se adelanta para hablarnos de las fachadas, las torres y las capillas. Rachel que aún no sabe si le gustan más los hombres que las mujeres, se queja de la brisa porque el cabello se le mete entre los ojos y no puede sacar sus extraordinarias fotos; Helena la hermosa mujer de Paco le ayuda. Me separo de ellos y camino entre el terreno rojizo de Orbigo-Astorga. Siento el olor a tierra húmeda, la brisa pega en mi cara y seca mis lágrimas. Pienso y lloro.

Nos adentramos en unos pueblitos cuya gente pareciera hablar con señas, todos silenciosos. Alba me toma de la mano y me cuenta la historia que subyace bajo los paisajes que se levantan desde Roncesvalles-Pamplona hasta por los casi 700 kilómetros y me explica sobre el arte gótico, renacentista o barroco de la ruta jacobea.

Llega la noche de despedida y en torno a una flamante fogata Paco toma la palabra y pide a cada uno mencionar nuestros nombres y comentar sobre el miedo que vinimos a vencer. Cuando llegó mi turno les conté: “Hace apenas dos meses mi vida era otra, mis problemas no eran más que preocupaciones medianamente importantes, imagínense, preocupada por si fulanito me quería, si la otra me envidiaba, sin saber qué estudiar en la universidad, si estaba gorda o era anoréxica. ¡Por Dios!, cuánta frivolidad llenaba mi vida. Todo cambió desde que doña Teresa, como me enseñó a llamarle, me dijo que tenía que saber la verdad de mi historia, desde ese día me volví mierda.

Mientras ella hablaba, agarré la mochila que me tenía preparada y desaparecí; sólo alcancé a escuchar: “tus padres murieron en un accidente automovilístico, tenías como un año de nacida, debiste salir volando por una ventana y el Sr Santos, el gordo, ¿recuerdas?, te encontró tirada en un matorral. Te llevó corriendo a la casa y desde ese momento fuiste mi hija. De tus padres no se supo nunca más, la prensa sólo reseñó que habían muerto unos turistas españoles en la carretera. Lo único que encontré es este papel, ya viejo, que al parecer le debieron entregar cuando hicieron el camino a Santiago de Compostela. Por eso estoy aquí.


Todos guardaron silencio pero Paco insistió: Aún no dices cuál es tu nombre y cuál era tu miedo. Mi nombre es Agata y el miedo que vencí era mi apellido. Soy Agata del Rey, hija de doña Teresa del Rey. Al terminar le tocó el turno a Helena quien tomó de la mano a Rachel y desaparecieron en la noche.

Anastasia

Por Guillermo Blanco Galeano

Nuestra historia se sitúa en Francia siguiendo El Camino de Santiago en el año 2001. El sitio que por 1200 años representó la perseverancia de las personas para hallarse espiritualmente y uno de los íconos más importantes para la religión católica, fue tomado como uno de los refugios utilizados por los terroristas causantes del ataque a las Torres Gemelas - Nueva York , U.S.A- tratando de esconderse de la inteligencia americana: la CIA.

La persona designada para estar en  la ciudad de Santiago de Compostela era el agente Richard Snowden, de 22 años. Es muy joven pero bien capacitado para su trabajo ya que era el más habilidoso y astuto de todos. Tenía el cabello rubio, ojos azules y barba de cuatro días. Siempre usa jeans y camisas blancas como vestimenta y por razones obvias se robaba los corazones de cada doncella que se le cruzara en su camino.

Llevaba recorriendo El Camino de Santiago por 2 meses  buscando a Abdel Alim ,  ex encargado de seguridad computacional árabe y participante en los acontecimientos del 11 de septiembre. Su rutina transcurría de manera “normal” preguntando a los locales caminando por la ciudad  buscando indicios sobre el paradero del terrorista pero parecía imposible, como si hubieran desaparecido sin dejar algún rastro, pero en la mañana del lunes de Semana Santa se le dio la orden de recoger a una muchacha de 17 años, la cual conocía sobre el paradero de Abdel Alim, ya que fue su rehén  por meses hasta que logró escapar.
Tenía que recogerla en la catedral de la ciudad, un lugar no muy transitado a esas horas debido a los asesinatos de los que se oían en el noticiero de la mañana.

Cuando el agente Snowden se encontró con la chica en frente de la catedral, le llamó la atención su mirada de inocencia hacia él. Se quedó hipnotizado por esos ojos  verdes  resaltantes sobre su larga cabellera roja. Llevaba puesto una blusa de la bandera del Reino Unido, con unos leggins azules y unas botas largas de cuero negro: Se puede llamar “amor a primera vista”.

El agente tomó la iniciativa y se propuso a iniciar una conversación mientras caminaban de regreso a la habitación de su hotel preguntando cosas como “¿Qué te gusta hacer?”, “¿Cuántos años tienes?”, “¿Has recorrido el Camino de Santiago alguna vez?”. Anastasia no respondía, sus lágrimas empezaron a aparecer recorriendo sus mejillas.

Snowden al tomarla de la mano le dijo “Cualquier cosa que te hayan hecho esos bastardos , te juro que se las haré pagar. Y de ahora en adelante, no dejaré que nada malo te pase.” Ella lo miró a los ojos y dijo “Gracias….. Por tu apoyo”, sonriéndole al agente.

De repente, aparecieron de las sombras unos hombres con máscaras negras y con capas del mismo color y atacaron a los dos amigos en el medio de la calle. A simple vista parecían cinco pero poseían una ventaja: estaban armados con pistolas, metralletas, granadas y navajas. Mientras  se enfrentaban con el agente Snowden gritó un soldado “¡Eliminen a la falla!”. Se referían a Anastasia, de la manera más horrible posible. Ella, ya prevenida de su situación,  corre hacia el puente pero es alcanzada por uno de los soldados y la golpea dejándola inconciente en el suelo.

El agente Richards saca su arma pero es herido en las piernas por dos balas de la pistola del soldado situado atrás de él. Todo estaba perdido, los soldados apuntando hacia él y Anastasia de vuelta al la prisión. Todo parecía prever un desastroso final hasta que se oyó una voz, era la de Anastasia diciendo “Esto que han hecho…” su tono de voz sonaba seria y fría. Anastasia se levantó y miró al soldado que atacó al agente Snowden y gritó “ Esto que han hecho….. ¡No duele nada!” .

Hubo una ráfaga de viento , como si se tratase de un poder sobrenatural. Este pensamiento recorrió la mente del agente Snowden y tenía razón porque Anastasia apareció detrás de un soldado desnucándolo con las manos. Los demás soldados gritaron “¡Monstruo!” y comenzaron a disparar hacia la muchacha sin piedad, pero era inútil, ya que las balas se desviaban de su objetivo como si una especie de barrera psíquica  la protegiera.

De repente Anastasia levantó la mirada, sus ojos cambiaron de color a rojo intenso generando una mirada atemorizante y sanguinaria y dijo “Así que tratan de eliminarme ¿eh? Pues déjenme decirles que….. ¡Nadie puede matarme! ¡Nadie!”. Los vitrales de la catedral explotaron, las ventanas de las casas colapsaron y los pedazos de vidrio quedaron suspendidos en el aire formando como un remolino alrededor de los soldados restantes. Un pedazo de vidrio se dirige a los atacantes con la rapidez de una bala para incrustarse en el hombro de uno de ellos. Después van dos, tres, y luego una ráfaga de ellos matándolos de una manera lenta y dolorosa. Uno de las navajas letales acierta en una de las granadas y explota causando la destrucción del puente que conecta una calle con otra.

La muchacha se dirige hacia el agente Snowden, que al ver tal escena está paralizado de la impresión. Se arrodilla ante el agente y le planta un beso en los labios con el cual el agente reacciona y le pregunta “¿Quién eres?”. Ella le contesta “No temas Richard , nos volveremos a ver”.

En eso suena las numerosas sirenas de los carro de la policía dirigiéndose a la catedral. Anastasia se percata de la situación y salta hacia el techo de un edificio para luego voltearse y gritar “¡Ve a la Toscanna, en Italia , y hallarás la respuesta!”. Dicho esto,  se pierde la muchacha saltando de edificio en edificio.

El agente Snowden no se quedó con las manos cruzadas, cuando lo recogió la ambulancia meditó sobre lo sucedido y decidió cumplir con su promesa: apenas se recuperase de sus piernas heridas iría la Toscanna para buscar a la muchacha especial, de quien se había enamorado profundamente.




domingo, 9 de junio de 2013

Un milagro cada día

Por Lidia Coronado, peregrina

Ya habían descubierto que podían tener ampollas debajo de las ampollas. Que el dolor en el cuerpo puede ser infinito. Que el ibuprofeno no es suficiente para dormir. Que el agua fría de los ríos anestesia los pies y quema la piel. Que todo pesa, hasta un mal pensamiento.

Esa sería la última jornada, caminarían todo el día y parte de la noche. Todos querían sentir la experiencia de andar en la oscuridad entre los bosques gallegos antes de llegar a Santiago.
Ella ya había entendido lo de los milagros, él seguía incrédulo igual que el resto del grupo. La encontraron en mitad de una carretera y decidieron llevársela hasta el final, con la promesa de consentirla en Valencia. Ella aceptó.

La noche es ineludible, llevaban más de quince horas caminando, el agotamiento había borrado las palabras y casi todos los pensamientos. Ya casi no tenían agua, sin hidratación el camino sería casi imposible. En ese momento ella dice haber visto un edificio de piedra iluminado en lo alto de la montaña. Nadie más lo vio. El camino de flechas amarillas los guía hacia la montaña. Suben. Ni una voz ni un pensamiento. Dan una curva y de la nada un  hotel de piedras, lleno de luces.

Empujan la puerta del restaurante, está vacío, los restos del trabajo del día están sobre la barra del bar. En ese momento la cocinera sale tarareando de la cocina, el susto la paraliza cuando ve al grupo de peregrinos, ¿cómo entraron? Hacia unos minutos ella había cerrado la puerta con llave.

Peregrinos –dijo- buenas noches, ¿qué desean? Él contestó ¿tienen cocina?. No peregrino, no tenemos cocina, sólo tenemos agua. Segundo milagro de la noche.


Ella no podía dejar de recordar la frase de aquel peregrino en bicicleta que conoció el primer día: peregrina venezolana prepárate aquí en el camino ocurren milagros todos los días.

lunes, 3 de junio de 2013

Finisterre


Por Alberto Antonio Vásquez Indriago

Yo, Sir Alberto de Catia, Lord de Altavista y San Pedro, de la gran Santiago de León de Caracas, quien ha cabalgado por el mundo, aunque solamente en mi condado me conocen, he decidido partir hoy mismo para llegar el mismísimo día…

Es 25 de julio, iré hasta el antiguo donde non plus ultra.

Ese punto donde mis ancestros adoraban la muerte y resurrección del Sol… hasta que el nuevo dios se apropió del rito y la tradición…

Vistosos adornos el corcel y sencilla vestimenta el caballero llevan rumbo al norte del creciente…

Densa neblina, brillante como la plata los cobija prontamente desapareciendo al parpadeo… Es hermoso el paisaje que se presenta ante sus ojos…

Un populoso cortejo peregrina a larga distancia de mi llegada (el Rey Alfonzo II de Asturias). Llevan rumbo a Compostela, al cementerio en donde una estrella y coros de ángeles han señalado que se encuentran los restos de Santiago Apóstol.

Continúo mi rumbo por el camino y más allá: a cumplir la purificación que ritualizaban mis antepasados: bañarme en la playa, quemar mi ropa de caminante (a caballo) y sentarme a ver la puesta en el horizonte…

Entre nubes y luces he visto como ejecutan a un condenado. Su cabeza ha caído. Su cuerpo traído desde lejanas tierras es enterrado en un cementerio boscoso. Las nubes se transforman para contar la historia. Se convierten en la iglesia en donde miles de peregrinos lo adoran en confusión con el discípulo mencionado…

A una hermosa dama he contado mi visión: - Es el obispo Prisciliano, acusado de hereje por sus iguales…

Vuelve la neblina y de la misma manera se disipa. Rostros alegres en mi regreso y en el de ellos. Báculos, botellas plásticas de agua, morrales, algunos sus vieiras y su fe renovada…

Ya estoy en mi castillo. Cómodamente en la “perezosa”, con una jarra de espumoso y dorado néctar que no sé si Baco ha disfrutado.

lunes, 13 de mayo de 2013

El viejo y la máquina - El camino de Santiago


Por Manuel A. Hernández Giuliani

El cielo brillaba sin alteración sobre la pradera. Un camino rural adornaba la vista desde el horizonte hasta pasar por el frente de la calzada de la casa, la única por esos lares continuando hasta perderse de nuevo detrás de la ladera.

Aquel día el silencio se vio interrumpido por un zumbido lejano y ajeno al lugar. Rápidamente se acercaba siguiéndole una polvareda desordenada que el sol no lograba penetrar. Justo un instante antes de pasar al frente de la casa la máquina se detiene intempestivamente sin dejar opción a que la capa de polvo dorado se detenga.

Tras la espesa nube y el sonido monótono de una ventana eléctrica que bajaba se dejó escuchar una voz entre las risas de varios jóvenes, oiga viejo  ¿es éste el camino hacia Santiago? El viejo entrecerrando los ojos e intentando determinar a quién le pertenecía la voz dejó escapar su respuesta con un solo movimiento de cabeza.

El júbilo se apoderó dentro la máquina y ésta empezó a rugir furiosa esperando continuar su camino.

La voz dentro de la máquina insistió ¿Qué tan lejos estamos? El viejo, mientras le retiraba el polvo a su arrugado y digno saco de antaño, observa con detenimiento cada rostro dentro de aquella máquina, luego de una pausa y esperando que los jóvenes dejaran de reír eufóricos les espetó ¡que importa cuán lejos está Santiago de Compostela si estáis yendo en coche!