domingo, 7 de julio de 2013

Anastasia

Por Guillermo Blanco Galeano

Nuestra historia se sitúa en Francia siguiendo El Camino de Santiago en el año 2001. El sitio que por 1200 años representó la perseverancia de las personas para hallarse espiritualmente y uno de los íconos más importantes para la religión católica, fue tomado como uno de los refugios utilizados por los terroristas causantes del ataque a las Torres Gemelas - Nueva York , U.S.A- tratando de esconderse de la inteligencia americana: la CIA.

La persona designada para estar en  la ciudad de Santiago de Compostela era el agente Richard Snowden, de 22 años. Es muy joven pero bien capacitado para su trabajo ya que era el más habilidoso y astuto de todos. Tenía el cabello rubio, ojos azules y barba de cuatro días. Siempre usa jeans y camisas blancas como vestimenta y por razones obvias se robaba los corazones de cada doncella que se le cruzara en su camino.

Llevaba recorriendo El Camino de Santiago por 2 meses  buscando a Abdel Alim ,  ex encargado de seguridad computacional árabe y participante en los acontecimientos del 11 de septiembre. Su rutina transcurría de manera “normal” preguntando a los locales caminando por la ciudad  buscando indicios sobre el paradero del terrorista pero parecía imposible, como si hubieran desaparecido sin dejar algún rastro, pero en la mañana del lunes de Semana Santa se le dio la orden de recoger a una muchacha de 17 años, la cual conocía sobre el paradero de Abdel Alim, ya que fue su rehén  por meses hasta que logró escapar.
Tenía que recogerla en la catedral de la ciudad, un lugar no muy transitado a esas horas debido a los asesinatos de los que se oían en el noticiero de la mañana.

Cuando el agente Snowden se encontró con la chica en frente de la catedral, le llamó la atención su mirada de inocencia hacia él. Se quedó hipnotizado por esos ojos  verdes  resaltantes sobre su larga cabellera roja. Llevaba puesto una blusa de la bandera del Reino Unido, con unos leggins azules y unas botas largas de cuero negro: Se puede llamar “amor a primera vista”.

El agente tomó la iniciativa y se propuso a iniciar una conversación mientras caminaban de regreso a la habitación de su hotel preguntando cosas como “¿Qué te gusta hacer?”, “¿Cuántos años tienes?”, “¿Has recorrido el Camino de Santiago alguna vez?”. Anastasia no respondía, sus lágrimas empezaron a aparecer recorriendo sus mejillas.

Snowden al tomarla de la mano le dijo “Cualquier cosa que te hayan hecho esos bastardos , te juro que se las haré pagar. Y de ahora en adelante, no dejaré que nada malo te pase.” Ella lo miró a los ojos y dijo “Gracias….. Por tu apoyo”, sonriéndole al agente.

De repente, aparecieron de las sombras unos hombres con máscaras negras y con capas del mismo color y atacaron a los dos amigos en el medio de la calle. A simple vista parecían cinco pero poseían una ventaja: estaban armados con pistolas, metralletas, granadas y navajas. Mientras  se enfrentaban con el agente Snowden gritó un soldado “¡Eliminen a la falla!”. Se referían a Anastasia, de la manera más horrible posible. Ella, ya prevenida de su situación,  corre hacia el puente pero es alcanzada por uno de los soldados y la golpea dejándola inconciente en el suelo.

El agente Richards saca su arma pero es herido en las piernas por dos balas de la pistola del soldado situado atrás de él. Todo estaba perdido, los soldados apuntando hacia él y Anastasia de vuelta al la prisión. Todo parecía prever un desastroso final hasta que se oyó una voz, era la de Anastasia diciendo “Esto que han hecho…” su tono de voz sonaba seria y fría. Anastasia se levantó y miró al soldado que atacó al agente Snowden y gritó “ Esto que han hecho….. ¡No duele nada!” .

Hubo una ráfaga de viento , como si se tratase de un poder sobrenatural. Este pensamiento recorrió la mente del agente Snowden y tenía razón porque Anastasia apareció detrás de un soldado desnucándolo con las manos. Los demás soldados gritaron “¡Monstruo!” y comenzaron a disparar hacia la muchacha sin piedad, pero era inútil, ya que las balas se desviaban de su objetivo como si una especie de barrera psíquica  la protegiera.

De repente Anastasia levantó la mirada, sus ojos cambiaron de color a rojo intenso generando una mirada atemorizante y sanguinaria y dijo “Así que tratan de eliminarme ¿eh? Pues déjenme decirles que….. ¡Nadie puede matarme! ¡Nadie!”. Los vitrales de la catedral explotaron, las ventanas de las casas colapsaron y los pedazos de vidrio quedaron suspendidos en el aire formando como un remolino alrededor de los soldados restantes. Un pedazo de vidrio se dirige a los atacantes con la rapidez de una bala para incrustarse en el hombro de uno de ellos. Después van dos, tres, y luego una ráfaga de ellos matándolos de una manera lenta y dolorosa. Uno de las navajas letales acierta en una de las granadas y explota causando la destrucción del puente que conecta una calle con otra.

La muchacha se dirige hacia el agente Snowden, que al ver tal escena está paralizado de la impresión. Se arrodilla ante el agente y le planta un beso en los labios con el cual el agente reacciona y le pregunta “¿Quién eres?”. Ella le contesta “No temas Richard , nos volveremos a ver”.

En eso suena las numerosas sirenas de los carro de la policía dirigiéndose a la catedral. Anastasia se percata de la situación y salta hacia el techo de un edificio para luego voltearse y gritar “¡Ve a la Toscanna, en Italia , y hallarás la respuesta!”. Dicho esto,  se pierde la muchacha saltando de edificio en edificio.

El agente Snowden no se quedó con las manos cruzadas, cuando lo recogió la ambulancia meditó sobre lo sucedido y decidió cumplir con su promesa: apenas se recuperase de sus piernas heridas iría la Toscanna para buscar a la muchacha especial, de quien se había enamorado profundamente.




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