Por Guillermo Blanco Galeano
Nuestra
historia se sitúa en Francia siguiendo El Camino de Santiago en el año 2001. El
sitio que por 1200 años representó la perseverancia de las personas para
hallarse espiritualmente y uno de los íconos más importantes para la religión
católica, fue tomado como uno de los refugios utilizados por los terroristas
causantes del ataque a las Torres Gemelas - Nueva York , U.S.A- tratando de
esconderse de la inteligencia americana: la CIA.
La persona
designada para estar en la ciudad de
Santiago de Compostela era el agente Richard Snowden, de 22 años. Es muy joven
pero bien capacitado para su trabajo ya que era el más habilidoso y astuto de
todos. Tenía el cabello rubio, ojos azules y barba de cuatro días. Siempre usa
jeans y camisas blancas como vestimenta y por razones obvias se robaba los
corazones de cada doncella que se le cruzara en su camino.
Llevaba
recorriendo El Camino de Santiago por 2 meses buscando a Abdel Alim , ex encargado de seguridad computacional árabe
y participante en los acontecimientos del 11 de septiembre. Su rutina
transcurría de manera “normal” preguntando a los locales caminando por la
ciudad buscando indicios sobre el
paradero del terrorista pero parecía imposible, como si hubieran desaparecido
sin dejar algún rastro, pero en la mañana del lunes de Semana Santa se le dio
la orden de recoger a una muchacha de 17 años, la cual conocía sobre el
paradero de Abdel Alim, ya que fue su rehén por meses hasta que logró escapar.
Tenía que
recogerla en la catedral de la ciudad, un lugar no muy transitado a esas horas debido
a los asesinatos de los que se oían en el noticiero de la mañana.
Cuando el
agente Snowden se encontró con la chica en frente de la catedral, le llamó la
atención su mirada de inocencia hacia él. Se quedó hipnotizado por esos
ojos verdes resaltantes sobre su larga cabellera roja.
Llevaba puesto una blusa de la bandera del Reino Unido, con unos leggins azules y unas botas largas de
cuero negro: Se puede llamar “amor a primera vista”.
El agente tomó la iniciativa y se propuso a
iniciar una conversación mientras caminaban de regreso a la habitación de su
hotel preguntando cosas como “¿Qué te gusta hacer?”, “¿Cuántos años tienes?”, “¿Has
recorrido el Camino de Santiago alguna vez?”. Anastasia no respondía, sus
lágrimas empezaron a aparecer recorriendo sus mejillas.
Snowden al
tomarla de la mano le dijo “Cualquier cosa que te hayan hecho esos bastardos ,
te juro que se las haré pagar. Y de ahora en adelante, no dejaré que nada malo
te pase.” Ella lo miró a los ojos y dijo “Gracias….. Por tu apoyo”, sonriéndole
al agente.
De repente,
aparecieron de las sombras unos hombres con máscaras negras y con capas del
mismo color y atacaron a los dos amigos en el medio de la calle. A simple vista
parecían cinco pero poseían una ventaja: estaban armados con pistolas,
metralletas, granadas y navajas. Mientras
se enfrentaban con el agente Snowden gritó un soldado “¡Eliminen a la
falla!”. Se referían a Anastasia, de la manera más horrible posible. Ella, ya prevenida
de su situación, corre hacia el puente
pero es alcanzada por uno de los soldados y la golpea dejándola inconciente en
el suelo.
El agente
Richards saca su arma pero es herido en las piernas por dos balas de la pistola
del soldado situado atrás de él. Todo estaba perdido, los soldados apuntando
hacia él y Anastasia de vuelta al la prisión. Todo parecía prever un desastroso
final hasta que se oyó una voz, era la de Anastasia diciendo “Esto que han
hecho…” su tono de voz sonaba seria y fría. Anastasia se levantó y miró al
soldado que atacó al agente Snowden y gritó “ Esto que han hecho….. ¡No duele
nada!” .
Hubo una
ráfaga de viento , como si se tratase de un poder sobrenatural. Este
pensamiento recorrió la mente del agente Snowden y tenía razón porque Anastasia
apareció detrás de un soldado desnucándolo con las manos. Los demás soldados
gritaron “¡Monstruo!” y comenzaron a disparar hacia la muchacha sin piedad,
pero era inútil, ya que las balas se desviaban de su objetivo como si una
especie de barrera psíquica la
protegiera.
De repente
Anastasia levantó la mirada, sus ojos cambiaron de color a rojo intenso generando
una mirada atemorizante y sanguinaria y dijo “Así que tratan de eliminarme ¿eh?
Pues déjenme decirles que….. ¡Nadie puede matarme! ¡Nadie!”. Los vitrales de la
catedral explotaron, las ventanas de las casas colapsaron y los pedazos de
vidrio quedaron suspendidos en el aire formando como un remolino alrededor de
los soldados restantes. Un pedazo de vidrio se dirige a los atacantes con la
rapidez de una bala para incrustarse en el hombro de uno de ellos. Después van
dos, tres, y luego una ráfaga de ellos matándolos de una manera lenta y
dolorosa. Uno de las navajas letales acierta en una de las granadas y explota
causando la destrucción del puente que conecta una calle con otra.
La muchacha se
dirige hacia el agente Snowden, que al ver tal escena está paralizado de la
impresión. Se arrodilla ante el agente y le planta un beso en los labios con el
cual el agente reacciona y le pregunta “¿Quién eres?”. Ella le contesta “No
temas Richard , nos volveremos a ver”.
En eso suena
las numerosas sirenas de los carro de la policía dirigiéndose a la catedral.
Anastasia se percata de la situación y salta hacia el techo de un edificio para
luego voltearse y gritar “¡Ve a la Toscanna, en Italia , y hallarás la
respuesta!”. Dicho esto, se pierde la
muchacha saltando de edificio en edificio.
El agente
Snowden no se quedó con las manos cruzadas, cuando lo recogió la ambulancia
meditó sobre lo sucedido y decidió cumplir con su promesa: apenas se recuperase
de sus piernas heridas iría la Toscanna para buscar a la muchacha especial, de
quien se había enamorado profundamente.