jueves, 5 de abril de 2012

21 de Diciembre



Por Cruz Antonio Ávila


Un hombre se encuentra sentado en el comedor. Sobre la mesa descansan sus brazos. En su mano derecha un lápiz de grafito es sostenido con firmeza por los dedos índice, medio y pulgar. Su respiración es tranquila pero profunda. Su mirada permite apreciar el marrón pardo de sus ojos que apenas se pierde con el breve parpadeo de sus pestañas.
En esa mesa hay varios objetos: unas hojas blancas tamaño carta, un sacapuntas con depósito, un borrador blanco y rectangular, un reloj blanco y cuadrado de grandes números negros y de manecillas del mismo color. Más  allá divisamos un calendario de escritorio. Ha anochecido y son las ocho en punto. El pequeño calendario indica una fecha: 21 de Diciembre.

Nos sentamos frente a él. Es un hombre sereno y de expresión afable, poco dado a estar presente en conversaciones donde se hable de otros, es cortés  y solícito ante quien pide ayuda, un consejo  o una plegaria si se precisa.

Aún no sabe cómo empezar a escribir. Piensa mucho y su mirada se pierde por momentos en el ambiente donde se encuentra. Los pensamientos se pasean frenéticos por su mente buscando un punto de arranque. Por un instante sus pensamientos se detienen. Ha vuelto al pasado. Los amores de antaño reaparecen. Los besos, los abrazos, los gestos, los detalles y sus noches llenas de pasión, cobran un renovado esplendor reflejados de forma inmediata en sus ojos y cual ventanas vítreas se asoman contenidas su emoción y el aliento  de un cercano beso robado.

De golpe, y con la visión del presente, cae en cuenta cuan poco amó y cuanta responsabilidad tuvo en él. Lamentó por un momento  su poca visión y  se culpó por ello, pero la madurez de los años ganados, en un gesto de nobleza evitó que este sentimiento le invadiera, perdonó a la juventud  todos sus errores.

También esta presencia le hace comprender que se ama de la mejor manera posible y con los recursos que están disponibles y así, de igual manera y con las mismas ganas ama el otro. Él es la suma replanteada de sus amores, de sus detalles, de sus días, de sus noches, de sus aciertos, desaciertos  y temores.

El amor, como lo percibe ahora, independientemente de su cualidad y cuantía supera en mucho lo vivido o sentido, es más que un sentimiento y es una gran corriente que nos alcanza y transforma. Ciertamente una percepción enriquecida se ha presentado ante él.
En esa lucidez, donde nada queda escondido o velado, entiende inútil y absurda la convivencia con el pasado y atar a su vida a esos amores que ya no están. Los amores viejos y los recuerdos permanecen allí porque lo sostiene artificialmente la añoranza, los alimenta la vana ilusión de un regreso y como un ancla la melancolía lo obliga a quedarse  allí en su compañía.

Él se pregunta, ¿han estado siempre allí? o, ¿siempre han sido dos sendas distantes?

El viejo amor, otrora floreciente, cae desvanecido ante esta realidad meridiana transformándose de repente en retazos mustios y descoloridos. A decir verdad, siempre estuvo solo y así lo entiende. Visiblemente conmovido comprende que debe dejarlos ir. Vano es retenerlos.

Ante un postigo cerrado, poco a poco se abre otro frente a sí. En ella reaparecen sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajos, sus valores, aficiones y satisfacciones profesionales. La barca endereza su rumbo y por ejercicio constante de su voluntad y el sosiego cada vez presente, marcan como una brújula un nuevo norte y el  horizonte que habrá de seguir de ahora en adelante. Esa noche, descubrió muchas cosas  y agradeció vehemente ese presente.

Al volver en sí se percató que las hojas blancas nunca se usaron, el lápiz tampoco dejó su impronta en el papel. Volvía de un larguísimo viaje y venía ligero de carga. Muy feliz se levantó de la mesa, preparó una cena muy ligera y acondicionó el cuarto.

Finalmente, en su habitación, una reflexión quedaba de esa noche: él no sabe si se enamorará nuevamente, si el amor se cruzará en su camino, de lo que sí está seguro es que tiene muchas herramientas para vivir  a plenitud, más compromiso y una ilimitada capacidad para amar y dejarse amar si el amor le brinda una nueva oportunidad o le alcanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario