Por Cruz Antonio Ávila
Un hombre se encuentra sentado en el comedor. Sobre la mesa
descansan sus brazos. En su mano derecha un lápiz de grafito es sostenido con
firmeza por los dedos índice, medio y pulgar. Su respiración es tranquila pero
profunda. Su mirada permite apreciar el marrón pardo de sus ojos que apenas se
pierde con el breve parpadeo de sus pestañas.
En esa mesa hay varios objetos: unas hojas blancas tamaño carta, un
sacapuntas con depósito, un borrador blanco y rectangular, un reloj blanco y
cuadrado de grandes números negros y de manecillas del mismo color. Más
allá divisamos un calendario de escritorio. Ha anochecido y son las ocho
en punto. El pequeño calendario indica una fecha: 21 de Diciembre.
Nos sentamos frente a él. Es un hombre sereno y de expresión afable,
poco dado a estar presente en conversaciones donde se hable de otros, es
cortés y solícito ante quien pide ayuda, un consejo o una plegaria
si se precisa.
Aún no sabe cómo empezar a escribir. Piensa mucho y su mirada se pierde
por momentos en el ambiente donde se encuentra. Los pensamientos se pasean
frenéticos por su mente buscando un punto de arranque. Por un instante sus
pensamientos se detienen. Ha vuelto al pasado. Los amores de antaño reaparecen.
Los besos, los abrazos, los gestos, los detalles y sus noches llenas de pasión,
cobran un renovado esplendor reflejados de forma inmediata en sus ojos y cual
ventanas vítreas se asoman contenidas su emoción y el aliento de un cercano
beso robado.
De golpe, y con la visión del presente, cae en cuenta cuan poco amó y
cuanta responsabilidad tuvo en él. Lamentó por un momento su poca visión
y se culpó por ello, pero la madurez de los años ganados, en un gesto de
nobleza evitó que este sentimiento le invadiera, perdonó a la juventud
todos sus errores.
También esta presencia le hace comprender que se ama de la mejor manera
posible y con los recursos que están disponibles y así, de igual manera y con
las mismas ganas ama el otro. Él es la suma replanteada de sus amores, de sus
detalles, de sus días, de sus noches, de sus aciertos, desaciertos y
temores.
El amor, como lo percibe ahora, independientemente de su cualidad y
cuantía supera en mucho lo vivido o sentido, es más que un sentimiento y es una
gran corriente que nos alcanza y transforma. Ciertamente una percepción
enriquecida se ha presentado ante él.
En esa lucidez, donde nada queda escondido o velado, entiende inútil y
absurda la convivencia con el pasado y atar a su vida a esos amores que ya no
están. Los amores viejos y los recuerdos permanecen allí porque lo sostiene
artificialmente la añoranza, los alimenta la vana ilusión de un regreso y como
un ancla la melancolía lo obliga a quedarse allí en su compañía.
Él se pregunta, ¿han estado siempre allí? o, ¿siempre han sido dos
sendas distantes?
El viejo amor, otrora floreciente, cae desvanecido ante esta realidad
meridiana transformándose de repente en retazos mustios y descoloridos. A decir
verdad, siempre estuvo solo y así lo entiende. Visiblemente conmovido comprende
que debe dejarlos ir. Vano es retenerlos.
Ante un postigo cerrado, poco a poco se abre otro frente a sí. En ella
reaparecen sus seres queridos, amigos, compañeros de trabajos, sus valores,
aficiones y satisfacciones profesionales. La barca endereza su rumbo y por
ejercicio constante de su voluntad y el sosiego cada vez presente, marcan como
una brújula un nuevo norte y el horizonte que habrá de seguir de ahora en
adelante. Esa noche, descubrió muchas cosas y agradeció vehemente ese
presente.
Al volver en sí se percató que las hojas blancas nunca se usaron, el
lápiz tampoco dejó su impronta en el papel. Volvía de un larguísimo viaje y
venía ligero de carga. Muy feliz se levantó de la mesa, preparó una cena muy
ligera y acondicionó el cuarto.
Finalmente, en su habitación, una reflexión quedaba de esa noche: él no
sabe si se enamorará nuevamente, si el amor se cruzará en su camino, de lo que
sí está seguro es que tiene muchas herramientas para vivir a plenitud,
más compromiso y una ilimitada capacidad para amar y dejarse amar si el amor le
brinda una nueva oportunidad o le alcanza.
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