lunes, 29 de diciembre de 2014

La verdad de Hanne

Por María Alejandra González

Hanne es un artesano de oficio, tamaño mediano, algo musculoso, arraigado a la tierra y muy solitario. En su taller él se siente un hombre mágico con sus manos, tiene el poder de crear juguetes únicos para los niños y cuando no se está allí se siente perdido.

Recordó su infancia junto a su padre. De cómo los demás niños se burlaban de él por algunos rasgos en su rostro, como fue menospreciado por las personas del pueblo y lo desafortunado que ha sido con respecto al amor. Por ello decidió crear juguetes para los niños y hacerlos muy felices.

Su padre le regaló un caballo cuando era niño. Hanne muy emocionado decide llamarlo Stratego. Éste era un caballo de gran alzada y color negro azabache. Inquieto, veloz y manejable con él, podía comunicarse de una forma diferente, no entendía como lograba eso, pero conocía todo de él.  Statego resultó ser su mejor amigo de infancia, juventud y hasta su refugio en los momentos de soledad.

Su padre cuando agonizaba en el lecho de muerte le dice: “hijo ve al bosque que allí sabrás la verdad. A mi lado has aprendido el oficio de artesano, pero también sé lo mucho que sufres con las personas que nos rodean, no comprendes cosas de ti mismo y pronto te serán reveladas”.

Al morir su padre, decidió ir en busca de la verdad lejos del pueblo. Pasó horas caminando sin rumbo, sólo sabía que debía ir al bosque. Su cansancio lo va venciendo, sus pensamientos y recuerdo lo van llenando de dudas.

Aquel día mientras caminaba ví un atardecer esplendido y decidió sentarse bajo un árbol muy frondoso por un buen rato cerca del río Guden a descansar. Poco a poco va oscureciendo en el bosque, pero el cielo se ilumina de estrellas unas más brillantes que otras. Él se queda fijamente mirando una de ellas y le pide con todo su corazón que le muestre lo que su padre le había dicho,  y sin darse cuenta entra en un profundo sueño.

Las ramas de los árboles se movieron, escuchó susurros, sus zapatos se desamarrarón solos, entonces vio personas pequeñas caminando de un lado a otro. Vio algunas luces a lo lejos y escuchó un canto hermoso; la voz fue melodiosa. La voz tan cálida, suave y dulce lo hizo rememorar una canción de niño.

Comenzó a buscar la voz recorriendo todo el borde del río, el cual estuvo iluminado por la luna y las estrellas. Cuando llega al extremo ve a una mujer pequeña, con apariencia frágil y delicada, orejas puntiagudas, piel pálida y ojos almendrados, su ropa de tonos verdes y marrones, pero pensaba que era su cansancio o su imaginación jugándole una mala pasada.

Se queda por unos minutos inmóvil ante la elfa y ante su melodía, ¿cómo podría saberla?  Detiene su canto : “no te asustes, no te hare daño”; le explicó que a través de esa canción lo hizo que llegará hasta ella.

Después de un rato la comunidad elfo se dejó ver por Hanne y lo rodearon. Todos con la misma apariencia de la mujer elfa.

-¿Por qué ahora logro verlos a todos?, he pasado muchas tardes en este bosque tarareando esa hermosa melodía, junto a mi caballo Stratego y jamás los había visto.  
- le pregunta Hanne.

- Los elfos nos dejamos ver por algunos humanos y sólo de noche – le explicó con su suave voz.

Él sigue abrumado con todo aquello. La mujer elfa le toma de la mano, le va enseñando todos los poderes y dones sobrenaturales que poseen cada uno de ellos, le explica como la comunidad está contenta. Él tenía mucho tiempo sin sentir felicidad y paz.

Hanne comienza a ver una luz que lo va cegando, se da cuenta que es la luz del sol, Queda desconcertado por todo lo ocurrido en su sueño. Él creía que todo era real.
Se levanta del piso,  comienza a caminar con mucha tristeza hacia el pueblo. No entendía para qué su padre lo había enviado al bosque si no encontraría nada.

En el camino rumbo a casa va tarareando aquella melodía. En su taller comienza a crear muñecos de madera con características de elfos tal y como los había soñado.
Los días pasan, él sigue pensando en esa noche donde se quedó dormido y fue tan feliz. Recordó nuevamente las palabras de su padre: “hijo ve al bosque que allí sabrás la verdad”.

Hanne se atreve a salir del pueblo otra vez. Camina muchas horas rumbo al bosque para entender las palabras de su padre antes de morir. Se va hacienda de noche cuando vuelve a sentir el cansancio;  se sienta a los pies del árbol donde estuvo la última vez. Allí descansa y entra en un profundo sueño.

Escuchó una dulce voz que le dice: “Hanne despierta se te está revelando lo que tanto anhelabas saber acerca de ti. Soy tu madre y me llamó Karena; las normas de la comunidad elfo no me permitieron estar mucho tiempo a tu lado debido a la naturaleza humana de tu padre. Al morir él, la ley que rige nuestra forma de vida me permitió mostrarte el camino hacia mí y así explicarte tu origen semielfo”.

Asombrado se despierta, ve a los elfos junto a él y piensa si es real o sigue siendo un hermoso sueño todo aquello que le dijo la mujer elfa.

Hanne permanece unos instantes pensando todo lo que le estaba diciendo su madre, porque para él la vida en la ciudad junto a su padre fue muy difícil, llena de mucha tristeza por sentir que no pertenecía a ese lugar.  Su mayor temor sería despertar y perder la magia del bosque junto Karena y todo los elfos. Es allí cuando él comienza a entender por qué de niño lograba comunicarse con los animales y sobre todo con su amigo Stratego, jugar con los elementos naturales: agua, tierra, fuego y aire.

Karena ante la confusión que ve en el rostro de Hanne le hace la pregunta más importante de su vida:

- ¿Te gustaría permanecer aquí en el bosque con nosotros, podrás desarrollar tus poderes y estar a mi lado o regresar a la ciudad con tu antigua vida?

-Me quedaré en el bosque junto a ti - contesta Hanne,

Karena lo abraza y le dice:

- ¡Que feliz me haces, nunca más volveré a dejarte solo!  Te amo hijo.

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