viernes, 17 de junio de 2011

Deleite armonioso, ancestral obsequio

Por María de los Ángeles Barroeta Castellanos

Surjo de las entrañas de la madre natura y a las entrañas regreso, convertido en energía que calienta y renueva el sentimiento de hogar.

Confluyen en mí las fuerzas de todas las energías para convertir lo divino en tangible, lo concreto en placer, lo terreno en sublime. De la comunión de los vientos, el agua, la tierra, el sol y la cimiente, germina el fruto genuino que a transformarse va en precioso líquido.

El fresco ambiente me recibe, mas unas cálidas manos me atienden, cuidan y guardan para alcanzar el valor por la especie requerida alcanzando en mi interior el sabor que suelo dar, y brindar al paladar esa única sensación.

Con mi estímulo y vigor, además de mi aroma, me ofrezco para enaltecerte. Tú, ser pensante, conocedor de experiencias que sólo cuentan en la necesidad de compartirlas, conversarlas y revivirlas.

En mis templos los espacios se confunden entre olores, texturas y colores que van creando sensaciones, siendo éstas responsables, desde tiempos remotos, de construir reinos o derrumbar poderes.

Artística es mi figura y en mi transformación se inspiran numerosos hacedores, logrando varias formas, texturas y temperaturas que suelen emparentar con refinadas especias; convirtiéndose en deleite la visión y la degustación.

Hoy digo lo que he escuchado en las variadas lenguas, dialectos y suspiros que absorbo cuando recorro todas las geografías en las que entrego presencia, alegría y deleite.

No conozco de culturas, diferencias ni fronteras, sólo se de mi propia tradición que da vigor.

Desde las más tiernas y pequeñas manos que me acogen hasta las más robustas y ancianas que me celebran. Festejo en mi pedestal, también mi contribución, recibiendo y dando amor, dulzor y cuanta pasión.

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