Por Verónica Figarella
Uno, dos, tres… – han pasado dos días y nada que me llama ¿será que no le gustaron mis besos? – Siete, ocho, nueve…. – a lo mejor se molestó porque no le dije que había disfrutado su compañía y claro quedé como una malagradecida–. Quince, dieciséis, diecisiete… –después que el tipo se queda hasta las cuatro de la mañana tomando el ron que me regalaron en mi cumpleaños yo vengo a echar a perder el momento–. Veinticuatro, veinticinco.
Uno, dos, tres… – ¿Tú crees que deba llamarlo?, ¡estás loca! Deja el desespero–. Diez, once, doce… – mana, yo creo que me voy a quedar sola, ¿quién se va a enamorar de una chama que lo único que sabe es hacer café, limpiar mesas, tomar órdenes y servir a los clientes? –. Veintidós, veintitrés, veinticuatro… – negra, no digas esas cosas que sólo te hacen ver peor.
Uno, dos, tres… – mira aquél tipo al final de la barra, siempre viene y te pide el mismo desayuno, ¡ay si!, un fastidio, se me queda viendo como bobo–. Nueve, diez, once… – ¡ah, ese no te gusta!, te gusta el tonto que se toma tu ron y no te llama ¿verdad? –. Dieciséis, diecisiete, dieciocho… - manita no me regañes mira que estoy a punto de echarle llanto a estos cafés–. Veintitrés, veinticuatro, veinticinco.
- ¡Tony! Ya están listos los tres expresos ¿Para cuál mesa van?
- A ninguna, los tres van al final de la barra, son para tu admirador público.
- Su orden Señor.
- ¡Espera!, no te vayas. ¿Sabes que tu café es mágico?
- Nada especial señor, lo que sé lo aprendí en el curso de barista que hice hace muchos años. Gracias por el cumplido.
- ¿Me permites recitarte algo que escribí para ti?
- Sí, como no.
- Desde chico soñé con encontrar a la mujer de mi vida en una taza. Tú con tus 7 gramos de café bien molido que vacías mientras conversas, 15 bares perfectos de presión sobre el colador que sólo tu mano puede distribuir y el instinto de tu piel que sabe cuándo el agua está a 90 grados, esperan 25 segundos con el cronometro natural de tu esencia y terminan tu obra maestra con 3 milímetros de crema hermosa, unidos todos en el amor de mi vida: Una taza de café perfecta.
- ¿Puedo invitarte a salir cuando termine tu turno?
- Nunca había oído de amor al primer café. Salgo a las 8, ¿quiere que le tenga un cafecito listo para esa hora?