lunes, 13 de mayo de 2013

El viejo y la máquina - El camino de Santiago


Por Manuel A. Hernández Giuliani

El cielo brillaba sin alteración sobre la pradera. Un camino rural adornaba la vista desde el horizonte hasta pasar por el frente de la calzada de la casa, la única por esos lares continuando hasta perderse de nuevo detrás de la ladera.

Aquel día el silencio se vio interrumpido por un zumbido lejano y ajeno al lugar. Rápidamente se acercaba siguiéndole una polvareda desordenada que el sol no lograba penetrar. Justo un instante antes de pasar al frente de la casa la máquina se detiene intempestivamente sin dejar opción a que la capa de polvo dorado se detenga.

Tras la espesa nube y el sonido monótono de una ventana eléctrica que bajaba se dejó escuchar una voz entre las risas de varios jóvenes, oiga viejo  ¿es éste el camino hacia Santiago? El viejo entrecerrando los ojos e intentando determinar a quién le pertenecía la voz dejó escapar su respuesta con un solo movimiento de cabeza.

El júbilo se apoderó dentro la máquina y ésta empezó a rugir furiosa esperando continuar su camino.

La voz dentro de la máquina insistió ¿Qué tan lejos estamos? El viejo, mientras le retiraba el polvo a su arrugado y digno saco de antaño, observa con detenimiento cada rostro dentro de aquella máquina, luego de una pausa y esperando que los jóvenes dejaran de reír eufóricos les espetó ¡que importa cuán lejos está Santiago de Compostela si estáis yendo en coche!