viernes, 3 de enero de 2014

El canto del mar

Por Deymar Alexa Rincon Rosales

Las olas se despiden de mí cuando levanto la mirada. La luz empieza a hacerse más y más escasa; debo marcharme, pero este extraño lugar me produce un miedo delicioso que con ganas de huir me obliga a permanecer allí, quieta, fría y pálida.
La dulzura de sus voces logran llegar a mis oídos, los cantos son celestiales, ni la voz más pura y afinada puede compararse con esta fascinante melodía, que es lo suficientemente embriagante como para que la curiosidad pueda pisotear mi miedo.
Sin darme cuenta estoy en la orilla donde el agua puede tocar mis talones, sigo avanzando pero de la nada, de la oscuridad, aparece un extraña criatura con cara de mujer y una aleta en lugar de pies.
De su boca de donde sale el sonido, su mirada me hunde en el mar.
¿Será que voy a morir?

He dejado de oír la perfecta melodía y el silencio arropa mis ojos; al abrirlos de nuevo veo mi habitación, es de noche y el sudor recorre mi cuerpo, un arrollador grito sale de los más profundo de mi ser, mis padres llegan. Ahora sé que todo estará bien.

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